Hay vida después del ictus, y mucha. Eso es lo que quiere transmitir Luis Puicercús, paciente de la Unidad de Rehabilitación Ambulatoria del Hospital Beata María Ana, en su obra “Ictus: La experiencia que cambió mi vida” y en esta entrevista.
Publicado por El Garaje Ediciones, desde el pasado mes de diciembre está a la venta el libro “Ictus: La experiencia que cambió mi vida”. Luis, en el libro nos cuentas tu experiencia desde el día en el que padeciste el ictus, hace ahora tres años, hasta la actualidad. En tres palabras se podría definir como realidad, esperanza y agradecimiento, ¿qué buscas con esta publicación?
Contar que después de un accidente cerebro vascular la vida cambia drásticamente y para siempre, pero que no es el fin de la existencia. Destaco la importancia de asumir los daños y secuelas ocasionados por la enfermedad, cómo enfrentarse a los problemas y a la integración social al volver a casa y cómo adaptarse lo mejor posible a los déficits y discapacidades que van a quedar después.
Es un libro que engancha desde el primer momento, la naturalidad, cercanía e incluso humor con el que lo cuentas ¿qué es lo que se va a encontrar el lector?
Toda la información y testimonio de un afectado de daño cerebral, de la enfermedad, de sus cuidados y la importancia de la rehabilitación. Se va a encontrar con el testimonio de personas que han sufrido un episodio de daño cerebral que no se han rendido y que piensan que caer, levantarse y seguir caminando forma parte de la vida. Un libro, en definitiva, de esperanzas e ilusiones.
Centrándonos en el Hospital Beata María Ana, ¿qué destacarías técnicamente de la Unidad de Rehabilitación del centro?
Sin duda, el alto grado de preparación profesional del personal rehabilitador y los medios que se han empleado conmigo. En definitiva, un trato exquisito y un tratamiento perfecto… el mejor.
Al fin y al cabo todos somos personas, los pacientes y sus familias, los terapeutas, los médicos, el personal de admisiones, limpieza…, y desde aquí transmitimos el valor de la hospitalidad; que los pacientes os sintáis bien cuidados y atendidos y espero que en tu caso lo hayamos logrado, ¿qué pequeño gesto es con el que te quedas del Hospital Beata?
¿Pequeños gestos?… Yo diría enormes, grandiosos. A destacar el esfuerzo de algunas de las fisioterapeutas en colaborar en mi rehabilitación más allá del tiempo pautado para ello y sobre todo un paso por delante de la obligación por la que perciben un sueldo. Sin duda he pasado por unas buenas manos… las mejores. Ana Belén, Charo y Marisol, fisioterapeutas del Hospital, siempre permanecerán en mi recuerdo.
Desde el centro darte las gracias por contar tu experiencia, por dar esperanzas y por dar fe de que lo que hacemos aquí es útil y que ayuda a personas. Gracias por plasmar tu lucha, tu tesón y los resultados obtenidos, porque experiencias como la tuya ayudan a muchas personas a las que un episodio tan traumático como un ictus les ha cambiado la vida.
Es un estímulo muy grande para seguir mejorando y sembrar nuevos logros tan positivos y gratificantes en nuestro día a día.