En todos los casos, tanto en niños como adultos e independientemente de la causa del daño cerebral, las familias reciben pautas sobre el manejo de los pacientes y aprenden ejercicios para realizar en casa, o en el hospital si están en régimen de ingreso.
La evolución del paciente es mucho más favorable y la recuperación más rápida si tiene una familia implicada y que colabora en el tratamiento. Las pautas que se dan a la familia son explicadas al resto del equipo terapéutico para que los profesionales sepan en qué aspectos se incide.
“Son varias las razones por las que somos partidarios de dar pautas concretas a la familia para que efectúe la terapia en casa. En el caso de los niños, creemos que la mejor opción es hacer a los padres coterapeutas, para así poder realizar más sesiones diarias, además de conseguir que no les sea demasiado gravoso económicamente y sobre todo conseguir una mayor normalización de la dinámica familiar sin tener que acudir diariamente ala terapia. Comprobamos cómo la familia se siente mejor al poder hacer algo importante en la recuperación de su hijo y verse participe de la mejoría, y con la seguridad de que los terapeutas van variando progresivamente los ejercicios según la evolución, y corrigiéndoles a ellos”, explica Inés Folgado, coordinadora de la Unidad de Daño Cerebral del Centro Hospitalario Benito Menni de Valladolid.
Los terapeutas enseñan tanto pautas como ejercicios aplicándolos ellos primero al paciente y viendo cómo la familia los imita. Tras varias repeticiones se les corrige lo que necesitan. Pasados unos días se les pide que los repitan delante del terapeuta para comprobar que los realizan correctamente.
Por ejemplo, la sesión de terapia física (de entre 45 minutos y una hora) se queda muy escasa en comparación con las horas que tiene el día, y con mayor razón si el tratamiento de fisioterapia no es diario. La fisioterapeuta Silvia de La Puente nos cuenta que ella intenta explicar a los familiares en el lenguaje más coloquial que puede y sobre todo enseñarles visualmente junto con el paciente el déficit motor que quiere que identifiquen para que luego puedan corregirlo.
Los padres son los mejores coterapeutas, prosigue Inés Folgado, “son los más interesados en la recuperación de su hijo, pero hay que tener claro que ellos nunca deben ser los ‘directores’ del proceso, eso crearía en ellos una gran carga de angustia y ansiedad. Tienen que ponerse en manos de un buen equipo terapéutico, fiarse de sus profesionales y realizar el tipo de terapia que se les va a indicar específicamente para su hijo, el cual irá variando según la evolución. De este modo ellos se sienten muy arropados”.
En el caso de los adultos, se enseñan ejercicios para casa que potencien y ayuden a reforzar el tratamiento dependiendo de cómo vaya evolucionando el paciente y en la fase de recuperación en la que se encuentre. Estos ejercicios son muy sencillos y la mayor parte de las veces no requieren de ningún material especial que no se encuentre en una casa, pero en ningún caso estos ejercicios se pueden comparar a una sesión de fisioterapia.