El objetivo es mantener un buen nivel de nutrición e hidratación, a la vez que se garantiza la seguridad de la ingesta oral. La adecuación de la consistencia de los alimentos a la naturaleza del trastorno ayuda a mejorar y hacer más segura la deglución.
La disfagia -término que proviene de dos palabras griegas, dys (dificultad) y phagia (comer)- es una secuela común a diversas enfermedades, entre las que se incluyen accidentes cardiovasculares (ACV), traumatismos craneoencefálicos (TCE) y múltiples enfermedades neurodegenerativas. Por tanto, la disfagia puede deberse a una alteración orgánica o a una dificultad funcional y afectar a pacientes de todas las edades. Podemos sospechar de dificultades en la deglución cuando existe:
- tos y atragantamiento por la aspiración de alimentos
- reflujo nasal debido a un mal funcionamiento del velo del paladar
- dolor al tragar debido a la inflamación del tracto del esófago
- babeo por dificultades en el cierre de labios
- cambios en la voz después de la ingesta
Pautas de actuación
La disfagia puede causar desnutrición y conlleva un elevado riesgo de infecciones respiratorias por aspiración. Por estos motivos debe ser diagnosticada y tratada lo antes posible para poner en marcha técnicas de deglución seguras y estrategias dietéticas adecuadas como las que se muestran en el vídeo producido por el Hospital Aita Menni.
Una deglución normal supone la acción coordinada de un grupo de estructuras situadas en cabeza, cuello y tórax, e implica una secuencia de acontecimientos en los que unos esfínteres funcionales se abren para permitir la progresión del bolo, trasportándolo desde la boca al esófago, y se cierran tras su paso para impedir falsas rutas y proteger la vía aérea. El objetivo de la deglución es mantener una adecuada nutrición e hidratación con la seguridad de ingerir el agua y las calorías necesarias sin que se produzcan complicaciones respiratorias.
Frecuente en personas con daño cerebral
Hasta el 30% de los pacientes con un AVC presentan disfagia en fases agudas. En las enfermedades neurodegenerativas las cifras de prevalencia de disfagia orofaríngea son muy altas, sobre todo entre pacientes con parkinson, esclerosis múltiple y alzheimer. Además, pueden presentar disfagia alrededor del 60% de los pacientes institucionalizados o ancianos. En los TCE las cifras oscilan entre un 25% y un 61%, según cual sea la forma de estudiar la disfagia.