Ignacio Sánchez-Cubillo, neuropsicólogo en el Centro de Neurorrehabilitación Aita Menni de Bilbao, abordó las alteraciones conductuales que con mayor frecuencia se presentan cuando se produce un el daño cerebral adquirido en las VIII Jornadas de Neuropsicología del Consorcio de Neuropsicología, integrado por las asociaciones Española de Neuropsicología Clínica (ASENCA), Española de Neuropsicología Clínica Infantil y del Desarrollo (ASENCI) y Española de Investigación en Neuropsicología Clínica (ASENINV).
En su exposición se describieron las causas y tratamientos de las alteraciones de conducta en pacientes con DCA. Sánchez-Cubillo comenzó revisando las teorías y tratamientos clásicos para pasar a considerar la utilidad de nuevos campos de la neuropsicología (como la cognición social) y de tratamientos no específicamente neuropsicológicos (como la psicoterapia o la terapia familiar) a la hora de hacer frente a estas dificultades. Como resultado de su trabajo, se genera una perspectiva terapéutica más amplia, que puede ser enriquecedora para la eficacia de la tarea cotidiana de rehabilitación del daño cerebral.
La personalidad viene marcada en cada uno de nosotros por nuestros patrones habituales de conducta en distintos planos: emocional, cognitivo y del comportamiento. Tras hablar sobre las lesiones cerebrales y del que se dio en llamar ‘síndrome del lóbulo frontal’ (SLF), nuestro neuropsicólogo se centró en la introducción del término córtex prefrontal y distinguió los síntomas de tres síndromes dentro del SLF:
– El síndrome disejecutivo: hace referencia a déficit de planificación, pérdida de la intención, déficit de abstracción, de categorización, de ordenación temporal y de control cognitivo.
– El síndrome apático: se caracteriza por falta de fluidez de ideas y de iniciativa, inactividad motora, mutismo, aplanamiento afectivo, falta de reactividad emocional.
– El síndrome desinhibido: alteraciones de la conducta que manifiestan infantilismo, desinhibición conductual, impulsividad, pobre control de instintos, labilidad emocional, irritabilidad, explosiones de agresividad, euforia, egocentrismo, insensibilidad a las consecuencias futuras, incapacidad de demorar gratificaciones, déficit en habilidades sociales, incumplimiento de normas sociales, incapacidad de inhibir acciones en curso.
Esta división, según Sánchez-Cubillo permite una aproximación a estos déficits más exhaustiva y específica, si bien se echan en falta instrumentos estandarizados para su valoración. El experto habló de ellos y de su relación con los trastornos orgánicos de la personalidad. Estas alteraciones son especialmente persistentes e incluso empeoran a lo largo del tiempo si no existe una intervención específica. Abordajes desde la terapia de conducta y la psicofarmacología han demostrado ser útiles, aunque en algunos casos, la eficacia del tratamiento es limitada.
A modo de conclusión, Sánchez-Cubillo remarcó que si conocemos los procesos subyacentes a la alteración de conducta, podremos evaluarlos e intervenir sobre ellos. En consecuencia, podríamos intervenir para modificar la conducta alterada.