Cada nuevo curso escolar, muchos pequeños se enfrentan a un gran reto: aprender a leer. Leyendo, aprenderán las ciencias naturales, la geografía, a resolver problemas de matemáticas, etc. Por ello es tan importante afianzar las habilidades básicas para el aprendizaje de la lectura.
Estefanía Rodríguez Sanz, logopeda infantil de la Unidad de Rehabilitación Infantil del Hospital Beata María Ana, incide en que la correcta adquisición o no de este aprendizaje va a repercutir sobre muchos otros aprendizajes posteriores. “Dado que la lectura es un conjunto de símbolos que conforman un código por medio de unas reglas, requiere de un aprendizaje formal y sistemático. Es importante presentar atención a los prerrequisitos, es decir, a las bases, las condiciones previas, sobre las que se sustentará el aprendizaje de la lectura”, resume.
– ¿Qué edad se considera ‘normal’ para aprender a leer?
Existe una gran controversia en cuanto a cuándo iniciar el aprendizaje de la lectura. Debemos tener presente que una cosa es cuándo iniciar la lectura como tal y otra cuándo empezar a trabajar y exponer al niño a las bases del aprendizaje de la lectura. Igual que existen hitos evolutivos para andar, ocurre lo mismo con la lectura, existen unos antecedentes que facilitarán la lectura, es decir, unos prerrequisitos o bases sobre las que se sustentará el aprendizaje. Todos sabemos que antes de que un niño pueda andar, debe pasar por una serie de etapas como sujetar la cabeza, poder sentarse, gatear, ponerse de pie, etc., pero no por ello dejamos de exponerlo a situaciones que favorezcan el movimiento, sino que le ofrecemos aquellas experiencias que sabemos que puede hacer o que le suponen un mínimo reto, con el fin de que avance. Lo mismo ocurre con la lectura, no podemos exponer al niño directamente a leer palabras si no hemos pasado por las etapas anteriores.
– ¿De qué años estaríamos hablando?
Aunque el aprendizaje formal de la lectura se inicia a los 5-6 años de edad, se puede y se recomienda iniciar el trabajo antes sobre los prerrequisitos o las bases de la lectura. De forma natural los niños están expuestos a letras, a carteles en la calle o a ver leer a sus padres, y los padres aprovechan los cuentos para iniciar a los pequeños en el mundo de la lectura. Pero es muy importante tener en cuenta que el desarrollo de cada niño es único, y habrá niños que alcancen esta madurez antes y los habrá que necesiten más tiempo para poder alcanzar los objetivos necesarios para su aprendizaje.
Lo importante es detenerse en cada una de estas etapas y dar tiempo al niño a adquirir y afianzar las diferentes destrezas antes de pasar la siguiente, pero, en general, este aprendizaje debe estar adquirido y dominado antes de los 8 años. Si no es así debemos plantearnos que tal vez haya algo que este dificultando su adquisición.
– ¿Cómo podemos ayudar a que el niño esté entre los parámetros propios de su edad?
Los niños pasan por diferentes etapas antes de adquirir un aprendizaje, deben asentar las bases para que el aprendizaje sea exitoso. Por ello es muy importante dedicar tiempo tanto en la escuela como en casa a juegos donde se introduzcan estas bases. El juego a estas edades es el mejor motor para el aprendizaje y se recomienda para introducir nuevos conceptos, se trata de un aprendizaje más natural.
– ¿Qué signos de alarma deben tener en cuenta padres y profesores?
Son muchos y dependiendo de la edad varían. En general se debe tener especial cuidado con aquellos niños en los que su nivel de comprensión del lenguaje y su capacidad de expresarse no son los que corresponden a su edad, que les cuesta adquirir conceptos nuevos, no se sienten motivados por el aprendizaje, que no quieren leer o enfrentarse a alguna tarea relacionada con la lectura… A los niños les gusta aprender, por lo que, normalmente, cuando rechazan una tarea no es por que sean “vagos” sino porque les supone una dificultad a la que no pueden enfrentarse.
– Cuando hay problemas o un retraso, ¿a qué suele deberse?
Los niños que nos llegan a la Unidad de Rehabilitación Infantil con problemas de aprendizaje suelen tener entre 7 y 8 años. En la mayoría de los casos llevan “arrastrando” los problemas de lectura desde el inicio, pero es a esta edad, en la que deben dominar la lectura para poder usarla para el aprendizaje o el estudio, cuando tanto padres como colegios demandan ayuda. En las valoraciones solemos observar dificultades en el lenguaje oral, en discriminación auditiva, en lateralidad, etc., que pueden justificar, en parte, estos problemas.
– ¿Qué podemos hacer los padres?
Desde casa, es importante durante estas primeras etapas que el niño experimente con su mundo, se le ofrezcan un gran número de experiencias a las que enfrentarse de las que aprenderá. Aprovechar la motivación del pequeño para ofrecerle diferentes actividades orientadas al aprendizaje de la lectura, como por ejemplo, ver libros con imágenes, en los que el adulto puede ir leyendo el cuento pero a la vez puede pedir al niño que explique o resuma lo que va leyendo con ayuda de las imágenes o que se invente qué es lo que va a ocurrir después.
– ¿Y los profesores?
Actualmente se está prestando una especial atención a la prevención, y no sólo a tratar los problemas cuando ya son tan evidentes que estén retrasando el normal desarrollo y aprendizaje del niño. Esto no quiere decir que no haya que dar tiempo a que los niños maduren y desarrollen sino que debe prestarse atención a ciertas señales que pueden ponernos sobre aviso de una dificultad. Para ello, es muy importante la impresión tanto de profesores como de orientadores; ellos tienen una gran experiencia y una muestra muy amplia con la que comparar.
Aunque el sistema actual es algo rígido, cada vez se aboga más por una enseñanza individualizada en la que se valore a cada uno de los niños por su nivel de desarrollo y así poder adaptar las exigencias. Pero es verdad que esto no siempre es posible.
– ¿Cuándo se recomienda acudir a un equipo como el del Hospital Beata?
En general, siempre que el desarrollo o conducta del niño difiera de la del resto de compañeros debemos prestarle espacial atención. Así, el colegio es un entorno único, ya que posee una muestra muy grande de niños en la misma edad, por lo que cuando alguno de ellos no sigue el desarrollo del grupo debe consultarse a un especialista para poder descartar cualquier dificultad. En algunas ocasiones, estas dificultades dan lugar a problemas de conducta, de motivación o de autoestima en los niños. Como he dicho, en la mayoría de los casos, se trata de ligeras dificultades que con una pequeña ayuda y orientación a la familia se resuelven fácilmente. El problema surge cuando las familias acuden buscando ayuda a los 7-8 años, cuando el nivel de exigencia es muy alto, el niño ya ha adquirido una aversión hacia la lectura ya que le supone una dificultad, hace una gran esfuerzo por conseguirlo pero lo único que recibe son refuerzos negativos (eres un vago, no te esfuerzas, lo haces todo mal…) y la familia está desesperada porque ve que no avanza y que este aspecto está afectando a otros aprendizajes.
– ¿Por qué es necesario el equipo multidisciplinar?
Los profesionales con los que contamos en esta unidad del Hospital Beata María Ana son neuropsicólogos, terapeutas ocupacionales y logopedas. Así, dependiendo de la causa de las dificultades se plantea el tratamiento con uno de los profesionales.
Desde la Unidad de Rehabilitación Infantil se lleva a cabo es una entrevista con la familia en la que se recogen las demandas y necesidades. Se procede a realizar una valoración del niño y se recoge información más detallada de los hábitos y del entorno escolar. Con toda esta información se procede a realizar un plan de tratamiento individualizado según las necesidades que se hayan encontrado. En todo momento se involucra a la familia en la rehabilitación con el fin de que puedan ayudar a su hijo en casa. También se mantiene comunicación con el colegio con el fin de adaptar la rehabilitación a las necesidades que vayan surgiendo así como orientar al entorno escolar sobre las dificultades del niño y las pautas que se están llevando a cabo. El objetivo final es conseguir que el niño se integre nuevamente en la dinámica de aprendizaje en el colegio y evitar posibles dificultades a largo plazo, como el fracaso escolar.