Desde hace unos meses, la Unidad de Daño Cerebral de las Hermanas Hospitalarias en Valladolid ofrece sesiones de musicoterapia a algunos pacientes. La utilización de la música como agente terapéutico desarrolla la conciencia, potencia el proceso creativo y facilita la comunicación. Mediante el entrenamiento de la escucha y la ejecución sonora, la musicoterapia aplica el sonido, la música y el movimiento, integrando así las capacidades cognitiva, afectiva y motriz. La psicóloga y musicoterapeuta que imparte las sesiones en Valladolid, Susana Velasco, nos aclara que hablamos de terapia cuando se establecen unos objetivos terapéuticos, las sesiones las desarrolla un musicoterapeuta y se establece una relación terapéutica entre paciente y terapeuta.
A juicio de nuestra experta, los objetivos serían muy diferentes, pero la musicoterapia podría beneficiar cualquier paciente, siempre y cuando la música sea para él algo agradable. Incluso podría ser beneficiosa para los familiares que se ocupan del cuidado de esos pacientes. El musicoterapeuta deberá tener la capacidad de variar las actividades y objetivos en función del paciente y la demanda de éste o los objetivos terapéuticos.
La musicoterapia fomenta las formas no verbales de comunicación. Las personas con dificultades en la comunicación encuentran en la música un medio para expresarse más allá de las palabras; es el lenguaje de las emociones. “En terapia contamos con la relación terapéutica como uno de los puntos clave para que se produzca el cambio terapéutico; es una relación con alta intimidad en la que se ponen en juego emociones, sentimientos, etc., en la que se trabaja de persona a persona”, explica la terapeuta.
Los musicoterapeutas intentan estimular a los pacientes en distintos aspectos. Así por ejemplo, en el aspecto emocional, se ha demostrado su capacidad para mejorarla autoestima. En el ámbito físico, las sesiones de musicoterapia favorecen la relajación, activan el flujo sanguíneo y mejoran la coordinación y el control motor.
Estructura y proceso
La música es un medio para la terapia, afirma Velasco. Por lo general, en musicoterapia la música que se utiliza es improvisada y no se valora la técnica, la afinación, etc. sino el valor terapéutico de esa música. Además el paciente no tiene por qué ser músico ni saber de música. El paciente trabaja para mejorar su salud o conseguir sus objetivos y experimenta en sí mismo las emociones que surgen a causa de la música, siempre con el apoyo del terapeuta.
En terapia, donde normalmente se trabaja con un solo paciente o un pequeño grupo, la atención es individualizada y se centra en la propia persona y sus necesidades: el proceso es interactivo, experiencial y único para cada paciente.
En cuanto a la estructura de la terapia, cuenta con una fase de valoración de la persona; otra de desarrollo en la que se trabajan los objetivos y se va revisando la evolución del paciente, y una fase cierre de la terapia, cuando el paciente lo decida, cuando se hayan alcanzado los objetivos o cuando el musicoterapeuta no se vea capaz de seguir ayudando a esa persona.
Las sesiones pueden tener diferente forma, normalmente cuentan con: un caldeamiento, con actividades para conectar con el paciente y hacer una pequeña evaluación de cómo se encuentra en este momento; un desarrollo, diferente para cada paciente, sesión y momento del proceso terapéutico, en el que se utilizan distintas técnicas y herramientas, activas o receptivas; y el cierre, que se puede hacer a través de distintos medios (musical, plástica, verbal…) y sirve como conclusión de lo sucedido durante la sesión.
Las técnicas activas se refieren a aquellas en las que el paciente participa activamente tocando instrumentos, cantando, bailando, etc. Las técnicas receptivas son aquellas en las que el paciente recibe la música, ya sea en vivo, tocada por el terapeuta, o grabada. En general se utilizan ambos tipos de técnicas con los pacientes. Sin embargo hay pacientes con serias dificultades para trabajar con técnicas activas, como personas con parálisis, en esos casos es necesario trabajar desde técnica receptivas o adaptar las activas de alguna forma que les permita participar.
La musicoterapia y sus efectos
El efecto de la musicoterapia se va observando con la evolución de los pacientes a lo largo de las sesiones. Es habitual trabajar durante la sesión con una cámara de vídeo que nos permite estar en el “aquí y ahora” con el paciente y, tras la sesión, analizar lo que ha sucedido.
Tras las sesiones se realizan revisiones de las conductas que queremos observar en función de los objetivos y se pueden registrar con diferentes tablas o cuestionarios ad hoc útiles en función de esos objetivos. Por otro lado, también existen distintos cuestionarios para valorar distintos comportamientos que suceden en las sesiones de musicoterapia.
La música como agente terapéutico
La utilización de la música como agente terapéutico no es algo nuevo, distintas sociedades utilizaron la música en sus rituales de sanación, por ejemplo en los papiros egipcios antiguos se hace referencia a la utilización de la música para la fertilidad de la mujer. Los griegos usaron la música sin implicaciones mágicas o religiosas, utilizándola para la prevención y curación de enfermedades físicas y mentales. Tras el Renacimiento, la Medicina y la Música se fueron distanciando con el desarrollo de la Medicina basada en principios empíricos. En la década de los sesenta y setenta del siglo XX se recuperaron los temas clásicos, se comienza a considerar al hombre un ser biopsicosocial, unión de cuerpo, mente y espíritu, donde la música puede influir a todos los niveles.