La realidad, a día de hoy, de las dos causas principales del daño cerebral adquirido (DCA) es bien distinta. Por una parte, “los ingresos hospitalarios por traumatismo craneoencefálico (TCE) han descendido notablemente en los últimos años, debido, principalmente, al impresionante descenso de la siniestralidad por accidentes de tráfico”, indica José Ignacio Quemada, jefe de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni. De hecho, el número de muertos en la carretera ha bajado hasta el nivel de 1964. Un éxito. Y más teniendo en cuenta que en aquel año había 2 millones de vehículos y en 2009, 31.
Sin embargo, prosigue, “la prevalencia del ictus va en aumento debido, sobre todo, al incremento de la esperanza de vida en la población, y su consiguiente envejecimiento”. Aunque también aquí existe un matiz: el 25% de los ictus los sufren personas menores de 60 años.
En esta línea, y según un estudio de Javier Mar -Unidad de Gestión Sanitaria, Hospital Alto Deba- la prevalencia del daño cerebral adquirido en el País Vasco y Navarra es del 0,7% -18.408 personas-, con un coste medio por individuo de 21.040 euros al año. En lo que al conjunto del Estado se refiere, de las 210.636 personas con discapacidades y deficiencias (según datos de una encuesta nacional de 1999), casi el 20% lo son por TCE, de los cuales el 30% son menores de 35 años.