Los problemas de alimentación tras un DCA -tal y como advirtió la logopeda Estefanía Rodríguez- pueden poner en riesgo la salud y la seguridad del pequeño/a. En cuanto a la comunicación, recalcó que es importante tener en cuenta la complejidad del lenguaje oral, además del momento en que se encuentra el niño o niña tras el DCA.
En el encuentro monográfico sobre daño cerebral infantil celebrado en el Hospital Beata María Ana, la logopeda de la Unidad de Rehabilitación Infantil Estefanía Rodríguez, en representación del área de logopedia, compartió con las familias aspectos relacionados con la comunicación y la alimentación después de un DCA.
Nuestra logopeda recordó en esta jornada ‘El daño cerebral adquirido en la población pediátrica’, organizada en colaboración con la Fundación Sin Daño, que padres y madres muestran mucha inquietud ante las dificultades de sus hijos/as para comunicarse. “Después de un DCA podemos encontrarnos con un amplio abanico de dificultades, desde limitaciones importantes para poder usar el lenguaje oral hasta las que tienen que ver con su uso en entornos más exigentes, como puede ser el colegio o en las relaciones sociales con sus iguales”, dijo.
Y es que es importante tener en cuenta la complejidad del lenguaje oral, además del momento en que se encuentra el niño o niña tras el DCA; la edad (no es lo mismo un niño de 3 años que está en pleno desarrollo de su lenguaje que un adolescente en el que el desarrollo está casi completado y las exigencias son mayores), y aquellas situaciones o entornos en los que el menor se mueve (colegio, familia, relaciones sociales…).
“El objetivo que perseguimos es que el menor pueda comunicarse de forma funcional en todos estos entornos. En ocasiones el lenguaje oral no cubre estas necesidades (el niño o niña tiene dificultades para acceder a las palabras, para estructurar las frases, para usar el lenguaje para los aprendizajes…) y necesitamos de una ayuda. Estas ayudas son los sistemas alternativos y aumentativos de comunicación (SAAC), que usamos para aumentar sus posibilidades comunicativas o como alternativa al lenguaje oral, si esté es muy limitado”, explicó Estefanía Rodríguez.
Ponernos en su lugar
La ponente propuso a las familias ponerse en el lugar de sus hijos. ¿Qué pasaría si por trabajo nos mandan a otro país con un idioma que no dominamos? Tendremos que rendir en el trabajo, relacionarnos con el resto de la plantilla sin dominar el lenguaje. ¿Qué pensamos que ocurriría? “Seguramente no seríamos tan sociables como en nuestro idioma y nuestros compañeros podrían pensar que somos poco sociables, que preferimos quedarnos en casa en lugar de hacer planes con ellos. Podríamos enfadarnos o frustrarnos al no comprender bien lo que se espera de nosotros en el trabajo. Quizás nos juntamos con un compañero que domine más el idioma y que nos ayude en las interacciones”, reflexionó.
Esta actividad ayudó a las familias entender un poco más a lo que se enfrentan.
Por otro lado, los problemas de alimentación tras un DCA pueden poner en riesgo la salud y la seguridad del pequeño/a, ya que se pueden atragantar más, presentar infecciones respiratorias recurrentes, sin olvidar la eficacia de la ingesta (la cantidad de alimento y líquido que el niño necesita). Según las dificultades que observemos, llevaremos a cabo una serie de técnicas, que se adapten a las necesidades del niño/a y de su estado nutricional e hídrico. Además, debemos tener en cuenta que convive con distintas personas y en diversos entornos (abuelos, cuidadores, colegio, cumpleaños, salidas sociales…), donde se dan situaciones en las que necesitaremos adaptar las estrategias para favorecer la mayor participación y autonomía.
Para terminar Estefanía Rodríguez incidió en que no hay que perder de vista la parte del placer de la comida, de poder disfrutar de ella: “Tanto el niño/a como quienes están en su entorno han de poder disfrutar de la parte placentera y social de la alimentación”.