La disartria es el resultado de una lesión en el cerebro que afecta a los músculos que controlan los órganos necesarios para hablar. Esta secuela del daño cerebral debe ser abordada desde distintas perspectivas; paciente, familia y logopeda han de implicarse de forma activa. Al hablar realizamos movimientos muy rápidos con los labios, la lengua, la mandíbula, el velo del paladar, la laringe, los músculos intercostales y el diafragma. Para obtener un habla inteligible los movimientos de los músculos y las articulaciones deben ir en la dirección correcta y ejecutarse con la fuerza necesaria y la precisión oportuna. Nuestro cerebro es el responsable de que estos movimientos complejos sean programados y llevados a cabo de forma coordinada.
Cuando una persona sufre una lesión cerebral, bien por un traumatismo craneoencefálico, un accidente cerebrovascular, una enfermedad neurodegenerativa o congénita, o un tumor, por ejemplo, los órganos empleados para hablar sufren alteraciones en el tono, fuerza y velocidad de los movimientos provocando dificultades en la respiración, la fonación, la articulación, la entonación o en la adecuada coordinación de estos procesos. A esto le llamamos disartria y puede suponer problemas para entender a la persona que la padece.
Para un observador externo pueden resultar evidentes:
- la falta de control de la saliva
- la asimetría facial
- los cambios en la voz
- las dificultad al masticar y tragar
Nuestras unidades de rehabilitación diseñan el programa de acuerdo con la sintomatología y las variables individuales de cada paciente. En el tratamiento influyen las capacidades cognitivas (memoria, impulsividad….), la fatigabilidad física, la distribución temporal de los distintos tratamientos que debe realizar, la estabilidad médica, etc. Entre las pautas que marca el equipo de profesionales sociosanitarios, en el que tiene especial importancia la figura del logopeda, destacan el masaje, la higiene bucal y las praxias.
Es muy importante abordar la disartria desde perspectivas distintas; paciente, familia y logopeda deben implicarse de forma activa para perseguir el mismo objetivo: lograr una comunicación lo más efectiva posible.
Veamos algunas técnicas que podemos enseñar al paciente y a sus familiares:
- En los casos en los que haya poco tono muscular, aplicamos masajes con frío mediante movimientos rotatorios con cierta presión en el sentido de las fibras musculares. En caso de mucho tono, el masaje lo haremos con calor.
- El cepillo eléctrico nos ayuda a aumentar la sensibilidad de la zona oral y a su vez contribuye en la adecuada higiene bucal.
- Ante la falta de precisión de movimientos de los órganos que empleamos para hablar realizaremos ejercicios de mayor precisión y velocidad. A estos ejercicios de “gimnasia bucal” les llamamos “praxias”.
- Una vez que la zona de la boca está preparada, empezamos a trabajar otros aspectos, por ejemplo la respiración y la coordinación fonorrespiratoria. Aunque no seamos conscientes de ello, sólo podemos hablar mientras expulsaremos aire.
Además de las recomendaciones que hemos visto en el vídeo, hay también algunos consejos generales que ayudan a que podamos entender mejor el habla de alguien con disartria. Así, para la propia persona con disartria recomendaremos, entre otras pautas, que haga frases cortas con estructuras sencillas y pausas que indiquen cuando ha finalizado; que esté atenta a la caída de saliva; que trabaje la musculatura del lado afecto, incluso a la hora de comer acordarse de hacerlo también por ese lado, etc.
A familiares, cuidadores e interlocutores en general se les recomienda que haya silencio y controlen las posibles distracciones del ambiente, que se fijen en el lenguaje no verbal de la persona con disartria, es decir, en su mirada, expresión gestual y facial etc, que la dejen terminar sin adelantarse a lo que quiere decir, que no le hablen despacio ni de forma diferente ya que nos entiende perfectamente, invitarle a practicar estrategias que le ayudan a hablar mejor: “acuérdate de coger aire por la nariz”, “habla más despacio”, etc.
En los casos más extremos será necesario buscar formas alternativas de comunicación que permitan a la persona con disartria comunicarse con su entorno. Estos sistemas de comunicación pueden ser sencillos (ej. lámina con abecedario o imágenes) o complejos como los ordenadores.
Además de estos consejos generales que tenemos que tener en cuenta disponemos de otros más específicos en la guía didáctica de la disartria que publicaremos próximamente.