El Hospital Aita Menni organizó en Mondragón una jornada técnica sobre ‘Avances en la atención sanitaria a los ictus’. La segunda mesa estuvo dedicada a las innovaciones tecnológicas que contribuyen a evaluación del daño cerebral y la rehabilitación de sus secuelas.
“En contra de lo que podamos pensar, uno de cada tres pacientes con ictus tiene menos de 65 años”, declaraba el doctor José Ignacio Quemada, jefe del Servicio de Daño Cerebral de Hermanas Hospitalarias Aita Menni y responsable de la Red Menni de Daño Cerebral de Hermanas Hospitalarias al comienzo de la jornada ‘Avances en la atención sanitaria a los ictus’. A primeros de junio, el Servicio de Daño Cerebral de Hermanas Hospitalarias Aita Menni organizó en el Hospital Aita Menni de Mondragón un foro de intercambio de conocimientos en el que participaron más de 70 profesionales de la medicina y de otras disciplinas relacionadas con la atención al ictus, tanto en fase aguda como en la fase subaguda.
Fibrinólisis, trombectomías, craniectomías, craneoplastia… Las ponencias de la primera mesa –a cargo de profesionales de neurorradiólogía, neurología, medicina intensiva y neurocirugía- hablaron de estas y otras intervenciones que están mejorando la supervivencia a los ictus y reduciendo sus secuelas. Después de un repaso en profundidad sobre los nuevos tratamientos y formas de asistencia en la fase aguda, comenzó la segunda de las mesas, titulada ‘Tecnología al servicio de la neurorrehabilitación’.
En esta segunda parte -que se dedicó al conocimiento de distintas soluciones robóticas, de técnicas de electroestimulación cerebral, a formas de evaluación y tratamiento de la disfagia y a la rehabilitación del brazo y la mano-, quedó patente el desarrollo acelerado que la neurorrehabilitación está experimentando.
lris Jakob, coordinadora científica de Tyromotion, abrió la mesa con una ponencia centrada en la robótica aplicada a la rehabilitación del equilibrio y la marcha. ”En los últimos 10-20 años, en lo que respecta a la tecnología ha habido mucho desarrollo: es un campo que está creciendo muy rápido”. Sin embargo, a su juicio, “no todo es nueva tecnología”. “El mayor reto de los próximo años es optimizarla para el uso clínico”, reveló y añadió que trabajar en la optimización de la tecnología ha sido el mayor objetivo de la firma que representa en el desarrollo de la plataforma Lexo® -recientemente incorporada a los sistemas de rehabilitación del Hospital Aita Menni-, con toda la investigación mecánica y del cerebro humano que conlleva.
Elena Carvajal, médica rehabilitadora del Equipo de Disfagia de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital de Górliz (Bizkaia), compartió sus conocimientos sobre la evaluación y rehabilitación esta alteración de la deglución, muy frecuente después de los ictus. Según sus datos entre el 29 y el 81% de las personas que han sufrido un ictus padece disfagia en la fase aguda y entre el 11 y 50% a los 6 meses. La doctora incidió en que es muy importante tratarla de forma correcta porque supone una merma en la funcionalidad, en la calidad de vida y en la recuperación de los pacientes. Tanto es así que la disfagia es un factor predictor del aumento mortalidad al año del ictus; de dependencia moderada-severa; de riesgo de neumonía y desnutrición; de aumento de estancia hospitalaria, y de institucionalización. “Por eso todas las medidas que vayan enfocadas a la sospecha, a la detección precoz y al estudio detallado de los problemas de la deglución va a suponer una mejoría en la calidad de vida y en todo su proceso de rehabilitación”, subrayó sin olvidar referirse a que el tratamiento de la disfagia incluye varios “eslabones esenciales” como la higiene oral y las adaptaciones de la dieta entre otras intervenciones terapéuticas . “El tratamiento rehabilitador debe basarse en objetivos y ajustarse al pronóstico funcional”, concluyó.
Juan Pablo Romero, neurólogo de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata Maria Ana e investigador en la Universidad Francisco de Vitoria expuso el ‘Presente y futuro de la estimulación cerebral en los procesos de rehabilitación de los ictus’. Según su criterio, “el papel de la neuromodulación y la estimulación cerebral en los procesos de neurorrehabilitación es un papel complementario”. Se refirió a técnicas de estimulación no invasiva, como la estimulación transcraneal por corriente directa y la estimulación magnética transcraneal (tDCS y TMS, respectivamente, por sus siglas en inglés), “que tienen una evidencia importante en cuanto a la potenciación de la recuperación de síntomas motores, cognitivos y otro tipo de secuelas que puede dejar un ictus”. Aunque el beneficio terapéutico y la importancia clínica de la estimulación cerebral no invasiva (NIBS) sigue sin ser concluyente para algunas secuelas por falta de estandarización en los protocolos usados, a juicio del neurólogo, “el uso de estas herramientas en manos expertas puede significar un gran cambio en la plasticidad cerebral, que puede beneficiar a largo plazo a nuestros pacientes”, concluyó.
‘La rehabilitación del miembro superior tras el ictus’ fue abordada por el doctor Juan Marín, médico rehabilitador del Servicio de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni. ”Las tecnologías para la rehabilitación del miembro superior son herramientas que nos van a ayudar, fundamentalmente, en pacientes que tienen una afectación severa o moderada a que podamos trabajar con ellos de forma más específica, de forma mucho más intensiva; es decir, porque podemos practicar muchas repeticiones, más que si lo hacemos sin este tipo de tecnologías”, declaró.
Tras explicar que entrenamiento siempre está dirigido a tareas y exponer algunas técnicas para posibilitar el uso forzado de la extremidad, dedicó un tiempo a presentar diversos estudios sobre la intensidad de la rehabilitación. El doctor Marín destacó que la tecnología aporta un importante feed back al paciente y un componente lúdico, ambos elementos muy motivadores “que hacen que el paciente se mantenga más enganchado a la terapia y que preste más atención”. En cuanto al equipo terapéutico, la robótica constituye una herramienta que ayuda a la graduación de la complejidad y a establecer objetivos. No obstante, para el también responsable de Vigilancia tecnológica e implantación de nuevas tecnologías del Hospital Aita Menni, “queda mucho por hacer”. Entre las reflexiones con las que finalizó su ponencia dijo que “no solo se deben destinar recursos a los brazos que se mueven y tienen buen pronóstico, sino tratar de identificar mejor qué pacientes dentro del mal pronóstico tienen mayores posibilidades de rehabilitación y desarrollar programas más intensivos en la fase más crónica para pacientes con algo de movilidad pero sin funcionalidad”.