El traumatismo craneoencefálico (TCE) es la primera causa de muerte e incapacidad en la población menor de 45 años en los países desarrollados. A pesar de que no existe unanimidad a la hora de definir esta lesión, una de las definiciones más aceptadas en la comunidad científica es: “cualquier golpe de la cabeza que da lugar a una pérdida o alteración de la conciencia en el momento del trauma o en las horas posteriores”.
La incidencia del TCE en España se estima en 200 casos por 100.000 habitantes, de los que un 90% reciben atención médica hospitalaria. Esta lesión craneal afecta a tres hombres por cada mujer, sobre todo personas de entre 15 y 29 años, aunque hay otros picos importantes en la infancia y en los mayores de 65 años.
La causa más frecuente de TCE, con cerca del 75% de los casos, son los accidentes de tráfico. En este aspecto, las medidas llevadas a cabo por la Dirección General de Tráfico (carné por puntos, procedimientos penales en los casos de infracciones muy graves…) parece que están surtiendo efecto. De hecho, el número de muertos en las carreteras este verano ha sido inferior a 400 por primera vez desde 1963. No sólo eso, el número de heridos graves en el segundo trimestre de 2009 también se ha reducido considerablemente respecto al mismo periodo de años anteriores (de 392 en 2006 a 189 en 2009). Todo esto a pesar del aumento del número de desplazamientos.
Un drama familiar
Aun así, los costos económicos y sociales de este tipo de lesiones craneales son enormes. Los traumatismos graves representan una mortalidad elevada, y los pacientes que sobreviven a TCE graves y moderados pueden presentar secuelas de incapacidad permanentes. Los efectos persistentes de la anomalía craneal sobre la personalidad y el estado mental pueden ser devastadores para el sujeto y la familia.
Este drama lo conoce bien José Ignacio Quemada, jefe de servicio de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni, quien asegura que “la rehabilitación supone meses de pelea, a los que, en muchos casos, se suma la posterior, y muy difícil, adaptación a la discapacidad”. En efecto, “el cambio que supone para el equilibrio de la vida familiar es complicado de metabolizar, y se salda cono altas tasas de sufrimiento”, agrega el experto.
A pesar de las diferencias existentes entre los distintos centros, siguiendo la escala de Glasgow (baremo establecido por la OMS para establecer la gravedad de los diferentes casos), se calcula que un 10% de los TCE son graves, un 10% moderados y un 80 % leves. Su tratamiento, dependiendo de la gravedad, requiere unos servicios sanitarios que comienzan en los servicios de urgencia, posteriormente en el hospital general, rehabilitación y finalmente conseguir la reinserción social, familiar y profesional.
El TCE supone, sin lugar a dudas, un drama tanto para los pacientes como para los familiares. El notable descenso de accidentes de trafico es, por lo tanto, “una excelente noticia social que ahorra mucho sufrimiento a muchas personas”, concluye el doctor Quemada.El traumatismo craneoencefálico (TCE) es la primera causa de muerte e incapacidad en la población menor de 45 años en los países desarrollados. A pesar de que no existe unanimidad a la hora de definir esta lesión, una de las definiciones más aceptadas en la comunidad científica es: “cualquier golpe de la cabeza que da lugar a una pérdida o alteración de la conciencia en el momento del trauma o en las horas posteriores”.
La incidencia del TCE en España se estima en 200 casos por 100.000 habitantes, de los que un 90% reciben atención médica hospitalaria. Esta lesión craneal afecta a tres hombres por cada mujer, sobre todo personas de entre 15 y 29 años, aunque hay otros picos importantes en la infancia y en los mayores de 65 años.