Naiara Mimentza expuso su estudio sobre la presencia de psicopatología a los tres meses de haber sufrido un ictus, en el II Congreso Iberoamericano de Neuropsicología. La neuropsicóloga de Aita Menni concluye que las alteraciones psicopatológicas se relacionan con un peor funcionamiento en las actividades de la vida diaria y que además, algunas alteraciones psicopatológicas se relacionan con fuerza.
Durante los días 3, 4 y 5 de mayo, se ha celebrado en Almería el II Congreso Iberoamericano de Neuropsicología. En este contexto, Naiara Mimentza, neuropsicóloga de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni, expuso su investigación sobre los trastornos emocionales en las personas que han sufrido un ictus.
El ictus se sitúa como la segunda o tercera causa de muerte y como la primera causa de discapacidad en el mundo occidental. Las alteraciones psicopatológicas que con frecuencia conlleva generan un impacto negativo en la rehabilitación y calidad de vida de pacientes y sus familiares. Estas son algunas de las razones que motivan el trabajo de Naiara Mimentza. Su estudio observacional transversal, analiza dos grupos de 47 personas cada uno, el grupo de estudio (GE) y el grupo control (GC), y tenía como objetivo describir la prevalencia de psicopatología tres meses después de haber sufrido el ictus y también determinar las relaciones entre las alteraciones psicopatológicas, así como entre la presencia de psicopatología y capacidad funcional.
Metodología
Para medir las alteraciones psicopatológicas y la capacidad funcionalidad de cada persona se utilizaron varias escalas: Escala de Evaluación Neurológica, NIH; Escala de Evaluación de la Apatía; Escala de Agresividad Manifiesta, OAS; Escala de Ansiedad Generalizada, GAD-7; Irritability Questionnaire, IRQ; El Cuestionario de Salud del Paciente, PHQ-9; Inventario Neuropsquiátrico, NPI; Examen Cognoscitivo Mini-Mental, MMSE; Functional Assessment Measure, FIM+FAM; Índice de Barthel.
Según los resultados de este análisis, el 46,7% del GE presentó un trastorno depresivo, el 53,2% presentó apatía y el 27,7% presentó ansiedad. En el NPI, el 84% de la muestra presentó algún tipo de alteración psicopatológica. Asimismo, se obtuvieron correlaciones positivas entre depresión e irritabilidad, depresión y apatía, depresión y ansiedad, irritabilidad y agresividad, irritabilidad y ansiedad, agresividad y ansiedad, apatía e irritabilidad. Cada una de las alteraciones psicopatológicas valorada de forma específica obtuvo una correlación positiva con la puntuación total en el NPI. Respecto a la relación entre psicopatología y funcionalidad, se obtuvieron correlaciones inversas significativas entre depresión y funcionalidad, así como entre apatía y funcionalidad.
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Conclusiones
Tal y como explicó en su póster Naiara Mimentza, los ictus dan lugar a un amplio abanico de alteraciones psicopatológicas, las cuales se relacionan con un peor funcionamiento en las actividades de la vida diaria. Además, la relación entre las alteraciones psicopatológicas es frecuente. En consecuencia:
· La prevalencia de las alteraciones psicopatológicas tras un ictus es elevada.
· La depresión y la apatía se relacionan con un peor funcionamiento en las actividades de la vida diaria.
· La depresión, la irritabilidad y la ansiedad se correlacionan con fuerza.
· La apatía correlaciona con la depresión, en menor medida con la irritabilidad y no correlaciona con la ansiedad.
· La agresividad correlaciona con la irritabilidad y la apatía.
· La ansiedad, la irritabilidad y la agresividad no correlacionan con el funcionamiento cognitivo.
El CIN
El Congreso Iberoamericano de Neuropsicología lleva camino de convertirse en una cita imprescindible para esta disciplina en España e Iberoamérica. Ponentes de la talla del doctor George Prigatano o la doctora Mckay Moore Sohlberg, junto a otras ponencias y a talleres de gran interés para la rehabilitación del daño cerebral adquirido, han atraído en esta segunda edición a 700 profesionales, entre los que se encuentra Naiara Mimentza, quien presentó el póster previamente descrito, y algunos integrantes del equipo de Neuropsicología del Hospital Beata María Ana, como Marga Pascual, Begoña González, Alba Gómez y David de Noreña.