El grupo de demencias de la SEGG difunde ahora en abierto el contenido de su última reunión virtual. El doctor Jose Ignacio Quemada fue uno de los protagonistas de este encuentro sobre ‘Deterioro cognitivo y competencia en relación a la toma de decisiones en la salud y con el patrimonio’.
‘Psicopatología del deterioro cerebral y toma de decisiones’ fue el título de la conferencia pronunciada por el doctor José Ignacio Quemada, director de la Red Menni de Hermanas Hospitalarias y responsable de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni, dentro de la Reunión de Otoño del Grupo de Demencias de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
El deterioro cognitivo se asocia con frecuencia al envejecimiento, un proceso complejo, continuo y heterogéneo, que también puede deberse a otras causas, como un daño cerebral adquirido. Conducir vehículos, dejar de trabajar, hacer testamento, vender el patrimonio, pedir un crédito, votar, contratar una persona cuidadora… son decisiones, ordinarias o extraordinarias, pero todas ellas habituales en nuestras vidas. Distinguir si una persona puede tomar este tipo de decisiones o debe de ser ayudada es el objetivo de la “valoración de la competencia para tomar decisiones”. Según el doctor Quemada, “el resultado no es dicotómico”, es decir, alguien puede ser competente para gastar parte de su pensión, por ejemplo, pero puede necesitar protección o tutela para decisiones más trascendentales, como vender la casa. “En la valoración de la capacidad de decidir deberá de tenerse en cuenta la complejidad de cada decisión y sus riesgos”, explicaba.
Al hilo de esto, el doctor añadió que si existen problemas de la comunicación (ej. afasia), se requerirá una valoración especializada de la comprensión de la persona, para la que se utilizarán preguntas cerradas (con respuesta sí o no) y sistemas alternativos de la comunicación (SAC), si fuera preciso. Por otro lado, la valoración funcional en entornos reales es de gran utilidad, ya que “los procesos que subyacen al juicio y a la conducta social van más allá de la valoración cognitiva clásica”. La valoración emocional y la valoración de la conducta son esenciales.
La competencia para tomar decisiones
¿Qué capacidades psíquicas se requieren para ejercer la competencia para tomar decisiones? Es necesario plantearse cuáles son los criterios para la valoración de esta competencia. Saber si existe capacidad de elegir, comprensión de las cuestiones, un manejo racional de la información y una aptitud para el razonamiento y la deliberación son algunas de las cuestiones que se han de resolver. Las alteraciones motivacionales y emocionales también han de tenerse en cuenta. Los pacientes con apatía, por ejemplo, pueden presentar un discurso racional pero una pobre capacidad para tomar y ejecutar decisiones juiciosas.
Por su experiencia en la rehabilitación del daño cerebral, el doctor Quemada estableció cierto paralelismo entre daño cerebral adquirido (DCA) y deterioro cerebral. Así, finalizó explicando cómo se realiza la valoración de la capacidad para decidir en personas con trastornos de la comunicación debido a una lesión en el cerebro y cuáles son los trastornos afectivos más frecuentes en DCA: depresión, apatía, inexpresividad parkinsoniana, irritabilidad reactiva fugaz, hostilidad y agresividad persistente, labilidad emocional y emocionalismo.
Cognición, emoción y volición son capacidades psíquicas que se precisan a la hora de tomar decisiones, especificó el doctor Quemada, y los trastornos de cualquiera de estas esferas pueden interferir con la toma de decisiones. No son solo los cambios cognitivos (amnesia o síndrome disejecutivo por ejemplo) sino también las alteraciones emocionales (un estado hipomaníaco o una depresión severa) o motivacionales (una apatía severa).
En conclusión
Cuando se trata de valorar la competencia sobre la toma de decisiones, en opinión de José Ignacio Quemada hay que tener en cuenta varios factores:
• En la valoración de la capacidad de decidir debe valorarse la complejidad de la decisión que la persona va a tomar en ese momento y sus riesgos.
• Los problemas de la comunicación requieren de una valoración especializada (comprensión, si/no, SAC).
• La valoración funcional en entornos reales resulta de gran utilidad.
• Los procesos que subyacen al juicio y a la conducta social van más allá de la valoración cognitiva clásica.
• La valoración emocional y de la conducta son esenciales.