El último número del Boletín “Contigo” de Hermanas Hospitalarias publica esta esclarecedora entrevista con dos de las terapeutas ocupacionales de la Red Menni de Daño Cerebral en Madrid
Sonsoles Baños y Noemí Cobollo, terapeutas ocupacionales de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana (Madrid, España), comparten su opinión sobre cómo, la rehabilitación funcional más allá de la sala de terapia ocupacional, aporta grandes beneficios.
– ¿En qué consiste vuestro trabajo?
En la Unidad de Daño Cerebral, del Hospital Beata María Ana, los terapeutas ocupacionales solemos trabajar con nuestros usuarios fuera de la sala de rehabilitación y fuera del recinto hospitalario. Nuestro principal objetivo es acercarnos a las necesidades reales que los pacientes puedan tener a la hora de integrarse en la comunidad. Dentro de las características propias de las personas, cada individuo es un ser ocupacional, un ser capaz de comprometerse con la ocupación que necesita, creciendo a través de ella y, con ello, desarrollando independencia, participación, seguridad, identidad, salud, bienestar… Así, partiendo de esta base, creemos que nuestro trabajo como terapeutas ocupacionales debe estar centrado en ayudar a los usuarios a comprometerse con sus actividades diarias, con sus ocupaciones cotidianas, las que ellos necesitan y quieren llevar a cabo.
– ¿Cuáles son las claves para llevar a cabo una asistencia exitosa?
Para realizar una óptima asistencia, es importante definir el plan de tratamiento conjuntamente con el paciente. Previamente, es necesario realizar una adecuada valoración de su perfil ocupacional, teniendo en cuenta su historial y experiencias ocupacionales, su rutina de vida, sus intereses, sus creencias, sus valores y necesidades. En definitiva, conocer la realidad de la persona con la que estamos trabajando.
– ¿Cuáles son los principales beneficios de trabajar fuera del hospital?
Trabajar las actividades cotidianas en un medio lo más real y próximo posible al paciente tiene como consecuencia la generalización de los aprendizajes, consiguiendo aumentar el grado de autonomía y mejorando la calidad de vida de los afectados y sus familias.
– ¿Y los principales desafíos?
En este tipo de trabajo nos enfrentamos al desafío de promover las capacidades y habilidades de cada paciente, al mismo tiempo que aprende a vivir con sus limitaciones, teniendo en cuenta la repercusión en sus ambientes físicos, sociales y culturales. En consecuencia, este tipo de intervención está orientada a la integración social del individuo y a lograr su má xima autonomía. Tener autonomía permite a la persona tomar conciencia de sus propias habilidades y dificultades, encontrando soluciones reales para éstas últimas, gracias a lo cual aumenta enormemente su motivación y autoestima.