Tienen un papel muy importante. El neuropsicólogo Álvaro Bilbao explica que es un trabajo específico de entrenamiento de funciones cognitivas concretas, como la atención a los dos hemicampos, la concentración, la capacidad de anticipación, la velocidad de procesamiento para poder reaccionar cuando haya alguna dificultad, etc. “Y sabemos que ese entrenamiento es muy eficiente”, asegura.
“Los servicios de rehabilitación tienen un papel muy importante en la recapacitación de las personas con DCA para la conducción”, asegura Álvaro Bilbao. ¿Por qué? “Porque sabemos por distintos estudios pero también por la experiencia clínica que cuando trabajamos con estos pacientes de una manera metódica y cuando dirigimos esos esfuerzos de rehabilitación a metas que son fundamentales para su vida diaria, para su autonomía, como puede ser el caso concreto de la conducción, facilitamos que esas personas puedan tener sus mejorías y esa mejoría conllevar que puedan recapacitarse para conducir. Es un trabajo que es específico; tenemos que entrenar funciones cognitivas concretas, como la atención a los dos hemicampos, como la concentración, como la capacidad de anticipación o algo que a veces pasa desapercibido como puede ser la pura velocidad de procesamiento que es lo que les va a dar buen tiempo de reacción para poder anticiparse a dificultades y poder reaccionar cuando haya alguna dificultad que surja de manera imprevista. Y sabemos que ese entrenamiento es muy eficiente y que facilita que estos pacientes puedan volver a conducir, que es algo que casi todos tienen en su lista de prioridades”, afirma.
El neuropsicólogo del CEADAC Álvaro Bilbao habló sobre la utilidad de los simuladores de conducción en la evaluación de los pacientes con daño cerebral en la jornada técnica ‘Conducción de vehículos tras un daño cerebral: valoración y capacitación’ que organizamos en el Hospital Beata María Ana.
En el Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral llevan varios años utilizando simuladores para valorar la conducción de pacientes con daño cerebral y les ven muchas ventajas, principalmente porque, según Álvaro Bilbao, “ni la valoración física ni la valoración neuropsicológica son determinantes para decidir quien puede conducir y quien no. Nos encontramos muchos casos en los que la sintomatología y los déficits de la lesión pueden indicar que el paciente no estaría preparado para conducir y sin embargo por sus actitudes, su manera de enfrentarse a las situaciones vemos que puede tener posibilidades. Llevándole al simulador nos damos cuenta de que puede estar en un nivel superior al que habíamos pensado. Y en otros casos nos sirve para ayudar al paciente a tener conciencia, es decir, cuando se trata de pacientes que vemos que no podrían conducir bajo ningún concepto porque tienen muchas dificultades pero precisamente esa anosognosia o falta de conciencia del déficit hace que piensen que pueden conducir y en muchos casos llevándolos al simulador ellos mismos se dan cuenta de que no podrían conducir un vehículo porque se salen de la vía, se chocan constantemente y eso es una ayuda muy importante porque, como sabéis, muchos pacientes con daño cerebral tienen entre sus prioridades conducir en su agenda de recuperación”.
Problemas cognitivos y cambios conductuales
Si preguntamos al neuropsicólogo ¿cuáles son los mayores problemas cognitivos para conducir?, explica -tal y como puede verse en el vídeo- que son los problemas perceptivos además de los problemas de atención como la heminegligencia, “que sería el principal problema que nos encontramos a la hora de conducir y que interfiere con la conducción porque en la mayoría de estos casos los pacientes no son conscientes de ese lado izquierdo y por lo tanto actúan atendiendo únicamente al lado derecho; eso puede llevar atropellos, salidas de la vía y muchas situaciones que tenemos que evitar en todo caso, porque son muy peligrosas tanto para el paciente como para los transeúntes”. Además están también otras dificultades cognitivas, como es la falta de conciencia, “es decir, que el paciente no es consciente de esas pequeñas limitaciones que puede tener en la velocidad de procesamiento, en la toma de decisiones, en la memoria y que interfieren en la conducción porque pueden hacer que el paciente se despiste con más facilidad”.
Álvaro Bilbao alude asimismo a las alteraciones en el funcionamiento ejecutivo: la capacidad de atender simultáneamente o alternantemente a distintos estímulos, la capacidad para mantener la atención durante periodos prolongados y otro tipo de dificultades a nivel ejecutivo, como por ejemplo puede ser la impulsividad, “que hace que peguen acelerones, frenazos…, que estén menos pendientes o anticipen menos las dificultades que pueden tener en la vía y por lo tanto aumentan mucho el riesgo en la conducción. Y luego tenemos factores que es muy importante que los tengamos en cuenta que son los problemas de memoria, que sin ser un déficit que interfiere directamente con la capacidad de circular sí que puede interferir en la capacidad de conducir por distintos entornos, ya que esos problemas de memoria pueden hacer que el paciente se olvide de donde estaba yendo, tenga que consultar en un mapa o en su teléfono móvil y eso aumente el riesgo de accidente”.
Dentro de la valoración para conducir es muy importante tener en cuenta las alteraciones conductuales o cualquier otra dificultad cognitiva que interfiera en el manejo de las propias emociones o de la propia conducta
El ponente subrayó que “dentro de la valoración para conducir es muy importante tener en cuenta las alteraciones conductuales o cualquier otra dificultad cognitiva que interfiera en el manejo de las propias emociones o de la propia conducta. Dentro de estas dificultades nos encontramos desde problemas de agresividad y de irritabilidad, que es muy importante tener en cuenta porque cuando estamos conduciendo estamos conviviendo con otros conductores y ese tipo de alteraciones del estado de ánimo pueden hacer que disminuyan otras funciones cognitivas, como la alerta, la capacidad de supervisión y, por tanto, interferir en la conducción. Pero también nos encontramos con otras como la anosognosia, de la que ya hemos hablado, u otro tipo de dificultades a nivel de comportamiento, como puede ser la capacidad para mantener la atención de una manera constante y entender cuáles son las prioridades en la circulación”.