En el Día Mundial de la Motricidad Orofacial, queremos dar a conocer que algunas parafunciones o hábitos orales pueden tener una repercusión notable en el desarrollo orofacial de niños y niñas (posición de los dientes, desarrollo de los maxilares, alteraciones en el paladar, en la mordida…), pero también en las funciones orales, como alteraciones en el habla, en la alimentación, o en la respiración. Y que, además, pueden alcanzar una repercusión más global: en su descanso, en su salud o desarrollo general.
El 17 de febrero es el Día Mundial de la Motricidad Orofacial. Cada año se selecciona un tema que abordar y este año se centra en los hábitos orales en la primera infancia. Nuestra Unidad de Rehabilitación Infantil del Hospital Beata María Ana, en Madrid, tiene entre sus funciones atender este tipo de dificultades, pero también tenemos como objetivo formar, informar y promover la prevención. Por ello, hoy no hemos querido dejar pasar la oportunidad de dar a conocer a padres, educadores, pediatras y otros especialistas a qué nos referimos con este concepto, la importancia de valorarlo a tiempo y de prevenir las repercusiones a futuro.
¿Qué son los hábitos orales?
A lo largo del desarrollo niños y niñas van adquiriendo una serie de funciones orales que les van a servir para ir avanzando en su desarrollo, relacionados con el habla, la alimentación, la respiración… Pero en ocasiones, también adquieren una serie de hábitos orales o parafunciones que no les ayudan en este proceso sino que pueden ser perjudiciales para su desarrollo orofacial; es decir, que pueden tener una repercusión en el desarrollo de las estructuras orofaciales (colocación de los dientes, desarrollo del maxilar, correcta mordida…) o en las funciones que debe ir adquiriendo, como son la alimentación, la correcta articulación de los sonidos, la respiración por la nariz…
Algunos ejemplos
Todos tenemos en la cabeza algunos ejemplos de estos hábitos orales y en algunas ocasiones no le damos la importancia necesaria, sobre todo al principio, cuando el niño es pequeño. Uno de los más típicos es el chuparse el dedo o mantener durante mucho tiempo el uso del chupete. Sin embargo, existen otros que son menos conocidos o por lo menos no los tenemos como hábitos que puedan ser problemáticos para el niño en un futuro.
Por ejemplo, muchos niños colocan el labio inferior por detrás de los dientes superiores en lugar de cerrar los labios juntándolos. Esto puede ocurrir cuando se encuentran en reposo, es decir, siempre que intentan cerrar los labios y/o cuando tienen que tragar la saliva, los líquidos o los alimentos. Muchas veces pensamos que esto es una etapa y que poco a poco el pequeño será capaz de hacerlo de otra forma, pero en la mayoría de las ocasiones esto no ocurre, ya que no saben o no pueden hacerlo de otra manera.
También es muy común en niñas y niños el empujar con la lengua los dientes para tragar en lugar de colocarla en su lugar correspondiente. Este empuje constante hace que en muchas ocasiones se altere la oclusión y/o la colocación de los dientes. Es importante pensar la cantidad de veces que tragamos saliva o alimentos y la fuerza que se hace sobre los dientes.
En otras ocasiones el niño respira por la boca en lugar de por la nariz, lo que puede alterar las estructuras orofaciales, hacer que ronque por la noche, que no descanse o sea más propenso a
tener infecciones respiratorias.
También se incluyen dentro de este grupo otras parafunciones como son el morderse las uñas o rechinar los dientes durante la noche y/o el día.
Todas estas parafunciones o hábitos orales pueden tener una repercusión notable, por ello, es tan importante detectarlos de forma precoz para evitar su instauración y su repercusión en el
desarrollo orofacial (posición de los dientes, desarrollo de los maxilares, alteraciones en el paladar, en la mordida…) y en las funciones orales como alteraciones en el habla, en la alimentación, o en la respiración. Pero no sólo eso, sino que puede tener una repercusión más global, en su descanso, en su salud o desarrollo general.
Es importante determinar los factores por los que se producen estos malos hábitos y valorar la repercusión. Además, debemos tener en cuenta la edad a la que se inician y el tiempo que llevan instaurados, el tiempo que se producen a lo largo del día, la frecuencia y la intensidad. A partir de estos datos se podrán determinar las necesidades de intervención.
Para este abordaje es necesario un trabajo interdisciplinar con otros profesionales, como odontopediatras, pediatras, especialistas en otorrinolaringología, fisioterapeutas…
Identificar tempranamente y prevenir
Como en ocasiones madres y padres no saben cómo identificar estas situaciones os dejamos aquí una lista de preguntas que os podéis hacer en relación con vuestro hijo o hija y que son señales de alerta que atender y valorar:
- ¿El niño respira por la boca durante el día y/o noche?
- ¿Ronca cuando duerme?
- ¿Le cuesta tener los labios cerrados o necesita colocar el labio inferior por detrás de los dientes superiores?
- ¿Está cansado siempre, parece que no descansa por la noche?
- ¿Tiene ojeras aunque duerme las horas necesarias?
- ¿Tiene el dedo en la boca durante el día y/o la noche?
- ¿No habéis conseguido que deje el chupete?
- ¿Al tragar saliva, líquidos o alimento, empuja con la lengua los dientes?
- ¿Le cuesta masticar los alimentos?
- ¿Los dientes no están saliendo bien colocados?
- ¿El niño se queja de dolor de cabeza o en la boca?
Ante cualquier sospecha sobre estos aspectos, es recomendable consultar a un especialista que solucione vuestras dudas y pueda valorar la necesidad o no de atención y sobre todo, en qué dirección debe ir esta intervención. Las personas interesadas pueden contactar con nuestras logopedas de la Unidad de Rehabilitación Infantil, Estefanía Rodríguez Sanz y Natalia Anda Rasmussen, a través del correo electrónico: erodriguezs.hbma@hospitalarias.es.
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