Nuestros equipos de rehabilitación del daño cerebral continúan formándose para mejorar. Durante los dos últimos jueves, en la Unidad de Daño Cerebral de Fundación Hospitalarias Madrid se ha impartido una formación interna con el objetivo de seguir mejorando nuestra manera de trabajar y, especialmente, la forma en que planteamos y evaluamos los objetivos funcionales de cada persona que atendemos.
El pasado 31 de octubre, la Unidad de Daño Cerebral de Fundación Hospitalarias Madrid participó en la primera de las dos sesiones de una nueva formación interna orientada a unificar criterios y herramientas en la planificación y seguimiento de los tratamientos de rehabilitación. Esta formación ha sido impartida por el neuropsicólogo David de Noreña y la terapeuta ocupacional Irene González, con el objetivo de optimizar: la coherencia y eficacia del trabajo en equipo mediante el uso de la Clasificación Internacional del Funcionamiento, la Discapacidad y la Salud (CIF), la formulación de objetivos funcionales comunes y la implantación del Plan de Tratamiento Individualizado (PTI), además de la sistematización en el uso de la escala FIM+FAM, con el fin de valorar la evolución de los pacientes.
Objetivos funcionales claros, realistas y compartidos
Durante la primera parte, David de Noreña revisó la CIF como marco de referencia internacional y lenguaje común para describir el funcionamiento y la discapacidad desde una perspectiva biopsicosocial. También se destacó la importancia de formular objetivos funcionales centrados en la actividad y la participación, negociados con la persona que ha sufrido el daño cerebral y su familia, y transversales entre disciplinas.
La CIF ofrece un marco común para describir la salud y la discapacidad desde un enfoque biopsicosocial. A partir de este modelo, cada profesional aprende a formular objetivos funcionales que respondan al “qué”, “cómo”, “con qué ayuda” y “en qué contexto”. Así, por ejemplo, no se trata solo de “mejorar el control postural y la resistencia en bipedestación”, sino de “mantener bipedestación estable durante cinco minutos junto al lavabo, con apoyo de una mano y supervisión a distancia durante la rutina de higiene matinal”. “Este tipo de formulaciones nos ayudan a concretar, compartir y evaluar mejor los avances que se producen durante tratamiento rehabilitador”, afirmó.
Asimismo, nuestro neuropsicólogo presentó el uso del PTI como herramienta compartida que recoge los objetivos principales, operativos y prerrequisitos, las áreas responsables y el seguimiento del progreso. Se insistió de igual modo en la necesidad de mantener reuniones periódicas coordinadas por un tutor de caso, para marcar objetivos y revisar los avances de las personas que atendemos. Esta metodología busca que las decisiones sean realmente conjuntas y que el plan refleje la visión global de todo el equipo para mantener una misma dirección clínica y funcional.
La escala de evaluación FIM+FAM
La segunda parte de la formación, celebrada el día 6 de noviembre, se centró en la aplicación práctica de la escala FIM+FAM, una herramienta que permite cuantificar los avances funcionales de los pacientes y complementar el trabajo realizado con la CIF y el PTI.
Tal y como explicó Irene González, utilizar esta escala no significa dejar de usar otras herramientas que también son útiles. Sin embargo, FIM+FAM no es solo una escala de puntuación, sino una valoración global de lo que el paciente puede hacer “aquí y ahora”, en su situación actual dentro del proceso de rehabilitación. “Mide la independencia funcional, es decir la capacidad de ayuda y de asistencia que la persona precisa. Y la frecuencia “. Esta medida ofrece una imagen realista del nivel funcional a la vez que sirve como reflejo de lo que esa persona podrá hacer después en su entorno cotidiano, en su casa o en su comunidad.
“No es lo mismo lo que alguien puede hacer en los gimnasios o los despachos del centro que lo que realmente hace en su casa”, recordó nuestra terapeuta ocupacional. La escala FIM+FAM permite que el equipo traduzca los progresos observados en el contexto terapéutico en capacidades útiles y significativas para el día a día, reforzando la conexión entre la rehabilitación y la participación real en la vida doméstica, social y laboral. Por ejemplo, un objetivo como “asearse con ayuda mínima” se corresponde con un ítem específico del FIM+FAM, lo que permite medir la evolución de forma objetiva y coherente. Este enfoque facilita tanto la toma de decisiones clínicas como la devolución de resultados a las familias, ofreciendo una visión clara y comprensible del progreso funcional alcanzado.
¿Por qué ahora?
Este proceso de formación interna y mejora continua obedece a nuestro deseo de disponer de medidas objetivas de evolución funcional, de optimizar la coordinación del equipo interdisciplinar y de hacer más realistas, cara a la incorporación a la vida diaria, los objetivos terapéuticos. La Unidad de Daño Cerebral de Fundación Hospitalarias Madrid ha decidido emprender esta formación ahora porque el número de profesionales del equipo ha crecido y, con ello, ha surgido la necesidad de revisar y afinar la manera de definir los objetivos de trabajo. Se trata de formular cada vez metas más ajustadas a las actividades reales que importan en la vida diaria del paciente.






