Marcos Ríos y David de Noreña, neuropsicólogos clínicos de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, son los autores del capítulo 4, “Síntomas cognitivos en personas con un traumatismo craneoencefálico”, de la “Guía: Identificación y manejo de las secuelas invisibles tras un traumatismo craneoencefálico (TCE)”, que ha coordinado y presentado recientemente Aurora Lassaletta.
David de Noreña, neuropsicólogo clínico de la Unidad de Daño Cerebral de Hermanas Hospitalarias en Madrid, y el doctor en Psicología y coordinador de dicha Unidad de Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, Marcos Ríos, han colaborado en la creación de una nueva publicación que aborda las secuelas invisibles del traumatismo craneoencefálico. La nueva guía, que se ha desarrollado en el marco del proyecto BRAINI2 con el apoyo de EIT Health y la Unión Europea, reúne el conocimiento y la experiencia de quince profesionales de reconocido prestigio de varias disciplinas relacionadas con el daño cerebral adquirido.
Bajo el título “Guía: Identificación y manejo de las secuelas invisibles tras un traumatismo craneoencefálico (TCE)”, este recurso —presentado por su coordinadora, Aurora Lassaletta, dentro de la Semana de la Ciencia en el Hospital Universitario 12 de Octubre en Madrid por la Asociación Daño Cerebral Invisible — incluye además los testimonios de personas con TCE y sus familiares, proporcionando una visión realista y humanizada de las consecuencias del DCA. Aunque se centra en el TCE, el documento detalla también secuelas compartidas entre diferentes tipos de lesiones cerebrales, como las causadas por ictus, tumores, infecciones, meningitis o COVID persistente.
Síntomas cognitivos en personas con TCE
El TCE es importante causa de discapacidad. Una persona que ha sufrido un TCE puede sufrir alteraciones en la atención, la memoria, las funciones ejecutivas y la velocidad de procesamiento. Además, pueden aparecer dificultades en otros dominios cognitivos. Los síntomas cognitivos son variados y pueden tener un profundo impacto en la vida diaria de la persona afectada. Con mucha frecuencia, los cambios en la atención, la memoria u otros procesos pueden resultar sutiles y pasar desapercibidos salvo en una exploración exhaustiva. A diferencia de las fracturas óseas o las lesiones cutáneas y los problemas de movilidad, estas alteraciones cognitivas no siempre son visibles. Las personas que experimentan estos problemas cognitivos pueden enfrentarse a desafíos considerables en su vida diaria, que no deben subestimarse. Esto incluye dificultades para mantener un empleo, seguir con los estudios y gestionar las tareas cotidianas. Además, estos problemas pueden afectar negativamente las relaciones personales y la salud mental, llevando a sentimientos de frustración, ansiedad, depresión y aislamiento, en ocasiones agravados por la incomprensión de la familia, los amigos e, incluso, algunos profesionales.
Resulta crucial comprender estos cambios en el funcionamiento cognitivo para desarrollar estrategias de evaluación y rehabilitación efectivas. Reconocer su variabilidad y complejidad permite un enfoque más personalizado en el tratamiento, mejorando así las oportunidades de recuperación y una mejora de su calidad de vida.
Severidad, localización y fases de la lesión
“No todos los TCE son igual de graves ni implican las mismas complicaciones médicas, lo cual, inevitablemente, afectará al perfil y severidad de las alteraciones cognitivas sufridas por la persona”. Nuestros autores describen las escalas de valoración inicial de la gravedad de un TCE, explican que la localización específica de la lesión cerebral es otro factor crítico que influye en las alteraciones cognitivas tras un TCE. Más allá de estos aspectos y de las fases de evolución, a través de una comprensión más profunda del daño cerebral invisible, Marcos Ríos y David de Noreña esperan contribuir a una mejor detección, tratamiento y apoyo para aquellas personas que luchan con las secuelas cognitivas de un TCE. Así, entre sus reflexiones, subrayan:
• Es necesaria una valoración neuropsicológica para determinar el alcance de las dificultades, su gravedad y el impacto que tienen sobre la vida cotidiana.
• La fase del proceso de evolución, la localización de la lesión y su gravedad influirán en las consecuencias que esta tenga.
• Cada lesión cerebral es única y se hace necesaria una evaluación individualizada.
• Una lesión invisible no es sinónimo de una lesión leve.
• La mejoría mediante programas de rehabilitación es posible en muchos casos, pero siempre hay que ajustar los objetivos a las posibilidades de cada persona.
• Existen posibilidades de mejoría gracias a la rehabilitación, que puede buscar la restauración de la función, así como la compensación de las dificultades.
La guía, que puede descargarse íntegra en PDF, está dirigida a profesionales de la salud, personas con DCA, sus familiares y cualquier persona interesada en comprender mejor el impacto de las secuelas invisibles de los daños cerebrales adquiridos.