El Dr. Marcos Ríos, coordinador de la Unidad De Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana, habló de cognición y envejecimiento en la 32 edición de las Jornadas de Fisioterapia de la de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE.
Bajo el lema “Envejecer con Salud”, a primeros de este mes de marzo se celebraron las Jornadas de Fisioterapia de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE. En esta su 32 edición contaron con la presencia de profesionales de reconocido prestigio en los diferentes ámbitos de la fisioterapia, así como en biología celular, medicina, psicología, nutrición, etc. El doctor Marcos Ríos Lago formó parte del panel de ponentes y dentro de la mesa ‘Herramientas para la valoración funcional del envejecimiento’ que tuvo lugar el viernes día 4 con su disertación ‘Valoración funcional cognitiva: detección precoz de la patología’.
Simplificando mucho, y más allá de teorías y modelos, podemos decir que la cognición humana permite a las personas ser autónomas y autogobernarse. Todo ello implica procesos cerebrales complejos que van cambiando a lo largo del ciclo vital. La detección precoz de alteraciones o desviaciones del proceso evolutivo normal puede ayudar a la identificación de enfermedades, deterioros o riesgos y a la puesta en marcha de estrategias de intervención que minimicen el impacto de estas dificultades en la vida cotidiana.
Nuestro coordinador de la Unidad De Daño Cerebral del Hospital Beata María Ana (HBMA) comenzó por enunciar los problemas por los que se suele acudir a una consulta de neuropsicología (emocionales, conductuales, de aprendizaje/memoria, cognitivos, del lenguaje…) y los objetivos de la evaluación neuropsicológica. La valoración neuropsicológica funcional debe describir el rendimiento cognitivo, conductual y emocional y, sobre todo, señalar si el impacto de las posibles dificultades sobre el día a día es leve, moderado, grave o muy grave. Esta valoración puede contribuir al diagnóstico y al tratamiento de múltiples patologías (demencias, párkinson, esclerosis múltiple, etc.) y, mediante la valoración de la evolución en el tiempo, evaluar la eficacia del tratamiento instaurado.
Entran dentro de la valoración funcional cognitiva y son objeto de estudio la atención, la cognición social, la velocidad de procesamiento, la memoria, la orientación, las funciones ejecutivas (FFEE) y otros mecanismos que resulta difícil identificar mediante simple observación.
“Para realizar correctamente una valoración funcional cognitiva y necesaria una buena selección de pruebas en función de la situación del paciente, así como tener claros los objetivos de la evaluación. Es importante que la evaluación refleje la situación cotidiana real. Para ello disponemos de múltiples herramientas: cuestionarios abiertos, cerrados, entrevistas, etc.” –declaró Marcos Ríos– subrayando que es preciso “ir más allá de lo estrictamente psicométrico” y evaluar parámetros como el bienestar y la calidad de vida.
Por tanto, la evaluación neuropsicológica ha de realizarla un profesional competente, ha de ser individualizada, ha de utilizar elementos cuantitativos y cualitativos, y contemplar las variables sociales y culturales de la persona que valora. Respecto a las pruebas psicométricas, nuestro neuropsicólogo destacó que son de fácil aplicación pero de más compleja interpretación, y ésta sólo puede ocurrir con un adecuado conocimiento teórico de modelos de funcionamiento cerebral, modelos de evolución, modelos cognitivos, etc… “Centrarse exclusivamente en lo cuantitativo llevará a errores, distorsión de resultados e interpretaciones y recomendaciones equivocadas”, remarcó.
Fuentes de información
La valoración cognitiva se sirve de test para los que existen datos normativos: aportan puntuaciones concretas que permiten comparar con al individuo con su grupo de referencia y permiten observar el cambio a lo largo del tiempo. No obstante, la evaluación ha de incorporar aspectos cualitativos. “Debemos aplicar un método adecuado. Es fundamental incorporar observaciones conductuales para comprender mejor la naturaleza de las dificultades. Se integran varias fuentes de información para colocar la interpretación del perfil psicométrico en el contexto específico, historia del paciente, rendimiento previo, situación actual. No sólo test, sino también entrevistas con el paciente y personas significativas de su entorno”, declaró el doctor Ríos.
Interpretación de pruebas
El informe diagnóstico fruto de la valoración de la función cognitiva impacta en la vida de la persona, en la elaboración de su programa de rehabilitación, etc. Por ello debe contar con la suficiente fiabilidad y validez. En este sentido requiere, por ejemplo, evitar que emerjan problemas de conducta durante la evaluación y que se tenga en cuenta que algunos pacientes pueden presentar cierta fluctuación o inestabilidad en rendimiento (debido a la situación de la propia evaluación, a que la vida real no es lo mismo que las sesiones de valoración, a patologías como la epilepsia, a ciertas infecciones [de orina, entre otras], a la medicación o a la desorientación por hospitalización).
Durante su intervención, el coordinador de la Unidad de Daño Cerebral del HBMA y profesor de neuropsicología de la UNED dedicó un tiempo a hablar de las evaluaciones específicas de elementos relevantes en la vida cotidiana. Una de ellas es el uso del smartphone, que puede ser un instrumento de gran ayuda en rehabilitación, en cuanto a que se trata de un dispositivo extendido y atractivo que favorece tanto la realización de evaluaciones en tiempo real, como de herramienta para la compensación de las dificultades.
Trascendencia de la valoración funcional cognitiva
Para dar una idea de la trascendencia de la valoración funcional cognitiva, Marcos Ríos expuso un caso común en los Servicios de Daño Cerebral de la Red Menni de Hermanas Hospitalarias, que es la evaluación funcional cognitiva de una persona para valorar si puede volver a conducir. Y es que alteraciones cognitivas, conductuales y emocionales pueden comprometer los comportamientos al volante, de ahí la importancia de realizar pruebas neuropsicológicas y crear programas de intervención específicos, como el que tiene el Hospital Beata María Ana, que incluso cuenta con un simulador de la conducción. Entorno al mismo ejemplo, nuestro ponente se refirió también a las estrategias de compensación, como pueden ser las adaptaciones en el vehículo para compensar ciertos déficits (motores, visoespaciales, etc).