La atención a las personas con daño cerebral ocupó un espacio destacado en las VII Jornadas de la revista ‘Informaciones Psiquiátricas’ de Hermanas Hospitalarias. En este foro, reunido recientemente en Barcelona, el doctor José Ignacio Quemada expuso sus conocimientos y experiencia sobre el funcionamiento de dispositivos específicos de rehabilitación del daño cerebral en el marco sanitario.
Durante los días 16 y 17 de mayo se celebraron en Barcelona las VII Jornadas de la Revista Informaciones Psiquiátricas de Hermanas Hospitalarias. “La definición de proyectos asistenciales en la atención a las personas con daño cerebral” centró la segunda mesa de este punto de difusión científica y de impulso del conocimiento en el que participaron profesionales de distintos centros de Hermanas Hospitalarias.
En esta mesa redonda, el psiquiatra José Ignacio Quemada, responsable del Servicio de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni y director de la Red Menni de Daño Cerebral, habló de los servicios monográficos de rehabilitación del daño cerebral en el marco sanitario. Tras una introducción sobre la incidencia y las causas del daño cerebral a lo largo de las últimas décadas, recordando que hace ya casi 30 años –cuando se creó nuestro primer servicio de Daño Cerebral en Mondragón (Gipuzkoa)-, se produjo un incremento de la morbilidad asociada a los accidentes de tráfico.
En aquellos momentos, comenzaron a registrarse mayores tasas de supervivencia de personas jóvenes que habían sufrido un politraumatismo, y unas necesidades de rehabilitación de personas con cuadros muy complejos. “Eran casos que claramente desbordaban la capacidad de respuesta de los servicios de rehabilitación existentes, muy centrados en la recuperación motora. La aparición de problemas de conducta importantes, los déficits en los procesos cognitivos y los trastornos de la comunicación se añadían a los problemas motores”, dijo el doctor. La respuesta social fue la creación de asociaciones de familiares que con el tiempo cristalizarían en lo que hoy es FEDACE, la Federación Española de Daño Cerebral.
A partir del año 1992 comenzaron a crearse servicios de rehabilitación especializados en la rehabilitación de pacientes con daño cerebral. Una característica distintiva fue, y sigue siendo, la multidisciplinariedad de los equipos, que están integrados por profesionales de varias especialidades médicas (Medicina Física y Rehabilitación, Neurología, Psiquiatría, Medicina interna) y de otras disciplinas, como Fisioterapia, Logopedia, Terapia ocupacional o Neuropsicología. “A nivel de funcionamiento interno, la puesta en común de valoraciones y la definición de objetivos compartidos en reuniones multidisciplinares es una constante”, declaró.
La consolidación de la respuesta asistencial unida a la singularidad de las personas que han sufrido un daño cerebral como pacientes promovió, por ejemplo, un sistema específico de acreditación de Unidades de daño cerebral con una financiación diferenciada por parte de la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (UNESPA). Más adelante, la sanidad pública también creó dispositivos especializados, entre los que destaca la inauguración del CEADAC, Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral del IMSERSO, en el año 2002.
El doctor Quemada añadió que la época que ahora vivimos está definiendo “cuánta rehabilitación multidisciplinar para los pacientes con daño cerebral se enmarca dentro de lo sanitario, y cuánta se trasfiere al espacio sociosanitario”, y en qué medida se generalizan este tipo de servicios especializados en la rehabilitación del daño cerebral. El ponente finalizó su exposición subrayando que el incremento de los pacientes con ictus ha generado un vuelco en la casuística: “El tratamiento agudo del ictus está experimentando una profunda revolución que mejora las tasas de supervivencia y que reduce en muchos casos las secuelas. Con todo, la necesidad de rehabilitación para este grupo de pacientes va en aumento y es claramente el reto al que nos enfrentamos en la actualidad”. Por último manifestó, que independientemente de su etiología, “existe una necesidad de estratificar los casos y predecir qué grupos se benefician de rehabilitación intensiva, rehabilitación de baja intensidad o de estrategias de cuidados”.