Desde hace unos meses, pacientes de nuestra Unidad de Rehabilitación de Daño Cerebral de Hermanas Hospitalarias Valencia tienen la posibilidad de participar en una nueva actividad en grupo al aire libre: la marcha nórdica. Los resultados en escalas pre y post actividad reflejan mejoría, física y mentalmente, y además hemos conseguido dar visibilidad a la realidad de muchas personas que han sufrido un daño cerebral adquirido.
Cada martes, desde hace dos meses y medio, hemos podido compartir la experiencia de desarrollar una actividad física en un entorno privilegiado, junto a un grupo de mujeres en tratamiento rehabilitador tras haber sufrido una lesión cerebral sobrevenida.
“Tenemos la suerte de que nuestra Unidad de Rehabilitación Neurológica se ubica justo enfrente de la playa más emblemática de Valencia, la playa de la Malvarrosa, que cuenta con un amplio paseo y extensa zona de arena siendo un escenario perfecto para el desarrollo de cualquier actividad al aire libre. Cada mañana de martes, hemos podido disfrutar del amanecer, la brisa del mar y de un entorno donde muchos valencianos y visitantes aprovechan para divertirse al aire libre. Así, además de llevar a cabo una actividad física adaptada en un entorno normalizado, hemos conseguido dar visibilidad a la realidad de muchas personas que han sufrido un daño cerebral adquirido (DCA)”, nos cuentan las fisioterapeutas que coordinan la actividad, Teresa Devís Bueno y Ana Bonafé Monzó.
Los resultados en escalas pre y post actividad reflejan mejoría
Más allá de los indiscutibles beneficios puramente físicos que aporta el realizar marcha nórdica, nos gustaría destacar que hemos percibido que esta actividad grupal ha promovido un aumento de las relaciones sociales entre las usuarias del centro, además de generar una gran empatía entre ellas al haber vivido un proceso médico complejo y ser mujeres con edades similares. Dos de nuestras participantes, Charo y María José, se lo dicen en el vídeo a Ana Bonafé. La marcha nórdica “me da mucha energía y mucho valor, mucha fuerza”, dice Charo. Su compañera María José corrobora que desde que realiza esta actividad está mucho mejor física y mentalmente.
Nuestras fisioterapeutas han visto cada martes “como se animaban unas a otras para superar la distancia recorrida y el esfuerzo que suponía conseguirlo. En alguna de ellas ha sido muy relevante ver como aumentaba su intención comunicativa, así como las ganas de compartir vivencias y emociones. En otras, ver cómo eran capaces de alentar y motivar al grupo para lograr el reto diario. Y hemos podido ser partícipes del empoderamiento y superación personal de cada una de ellas al exponerse a circunstancias que se escapaban de su zona de confort convirtiendo esta actividad en un motor de motivación para su recuperación e inclusión social”.
Al iniciar la actividad, Ana Bonafé y Teresa Devís emplearon algunos test para evaluar la fuerza de piernas, la flexibilidad en los brazos, así como la velocidad y la resistencia de la marcha en cada una de ellas. “Hemos observado que en todas las participantes ha habido cambios positivos en los diferentes test, siendo más evidentes en las pruebas que miden la fuerza de piernas y para nuestra sorpresa, hemos observado cambios muy significativos en la prueba empleadas para medir la flexibilidad en los brazos”, afirman.
Para ellas, como profesionales, también ha sido una actividad muy gratificante ,“al tener el privilegio de estimular el movimiento de nuestras pacientes en un entorno natural. De igual manera ha sido especialmente enriquecedor que nos hayan hecho llegar un feedback positivo al respecto, dándonos a conocer que para ellas ha sido una vivencia muy positiva. Nos gustaría que esta actividad se instaurara en nuestro calendario a largo plazo y disfrutar de ella en futuras ediciones”, concluyen afirmando con mayúsculas:
¡EL MOVIMIENTO ES VIDA!