Hemos desarrollado distintas estrategias para continuar prestando atención a nuestros pacientes durante el confinamiento. La fisioterapeuta Nayra Fernández de Pinedo nos cuenta en primera persona cómo gracias a las tecnologías de la comunicación se está atendiendo a los niños y niñas que precisan tratamiento desde el área de fisioterapia de la Unidad de Rehabilitación Infantil del Hospital Beata María Ana.
Hace dos meses todos vivíamos nuestra vida, ajenos a lo que estaba por venir. En mi caso, iba al hospital a trabajar con los peques y sus familias, a ayudarles a encontrarse mejor y a avanzar un poquito más cada día. De repente, y sin poder preparar nada, tuvimos que quedarnos en casa. La primera semana estábamos todos más o menos tranquilos, aunque un poco asustados, pero una vez decretado el estado de alarma vinieron las preocupaciones e incertidumbres. ¿Qué va a pasar con Ana? ¿Y con Juan? ¿Cómo se estarán apañando sus padres? ¿Perderán lo que habían conseguido? No nos dio tiempo a entrenar maniobras con los papás ni a dar pautas…
La primera semana del Estado de alarma la dedicamos a hablar con todas las familias, preguntarles cómo estaban y cómo estaban viviendo esta situación. Nos encontramos con que padres y madres también sentían preocupación por si sus hijo o hija iba a empeorar en este periodo, viendo que parecía que el confinamiento iba a ir para largo. Dimos pautas a las familias haciendo videollamadas (bendita tecnología) pero nos pareció insuficiente.
Tras darle muchas vueltas, la segunda semana comenzamos las sesiones por videollamada y desde el área de fisioterapia propuse a las familias hacer un periodo de prueba, ya que no tenía claro que pudiera funcionar perfectamente. ¡El resultado fue un éxito total! Por mi parte vi claramente el rendimiento, y las familias y los chicos también se mostraron muy contentos con esta opción. Por ello he decidido contaros cuál es mi planteamiento:
He diferenciado dos tipos de pacientes, un grupo de niños mayores y adolescentes con poco grado de afectación motora que pueden ser independientes en la realización de actividades y otro grupo de niños que bien por su edad o por su patología necesitan la ayuda de uno de sus padres. Por supuesto, en ambos casos la coordinación con los padres es imprescindible.
Con el primer grupo llevamos a cabo ejercicios que hago yo previamente y pueden verme y además cuando lo hacen ellos les voy explicando paso por paso (generalmente son actividades que ellos ya conocen de las sesiones anteriores en el hospital) y avisando de las compensaciones que utilizan para poder ir corrigiéndolas. Les aviso previamente del material que tienen que tener preparado para los ejercicios (objetos que se tienen en casa) y con algunos de los chicos a veces surgen intereses y motivaciones por su parte que nos hacen improvisar. Estas situaciones hacen las sesiones doblemente interesantes: por una parte porque al ser algo que surge de ellos la motivación es grandísima y por otra parte porque al poder trabajar en su entorno natural, con sus medios y objetos cotidianos, la repercusión es mucho mayor.
Con el segundo grupo, madres y padres son también parte activa de las sesiones. Utilizando una muñeca, desde mi casa les explico las maniobras que tienen que hacer con sus hijos y después, mientras ellos las realizan, les voy marcando los pasos y acompañando en los aprendizajes de estas maniobras. El componente de motivación y entorno natural es el mismo que con el grupo anterior, pero además los padres se han mostrado muy animados también por el hecho de tener herramientas que utilizar el resto de tiempo que no estamos en sesión y teniendo a su fisioterapeuta como asesora para cada duda o dificultad que les surge.
En ambos casos, intentamos grabar las sesiones para que tengan a mano los ejercicios con mis indicaciones y así la guía puede ir mucho más allá del rato que pasamos juntos a través del ordenador.
Para mi está siendo un verdadero placer y una gran satisfacción este trabajo. Puedo seguir trabajando con los chicos y sus familias, continuando con los objetivos terapéuticos que habíamos planteado juntos al inicio del año, y seguimos en contacto acompañándoles en este confinamiento que tantos miedos y preocupaciones trae e intentando solucionar cada duda que aparece. Debo reconocer que me hace feliz verlos a todos a través de la pantalla, hablar con ellos, seguir jugando y riéndonos juntos como lo hacemos en persona y poder seguir aportando mis conocimientos para ayudarles en su día a día.
No es la manera ideal de llevar a cabo la fisioterapia, pero hay que adaptarse a las nuevas situaciones y mantenernos siempre al servicio de nuestros pacientes y sus familias. Me siento tremendamente orgullosa de pertenecer a este equipo de profesionales que ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias y especialmente de los peques y sus familias que se han mostrado dispuestos a este cambio de intervención y lo están haciendo tan bien.