Colabora como ayudante en el taller de cocina para personas con ictus
A Itxaso Fontaneda le sobrevino un accidente cerebrovascular (ACV). Cuenta que ha sufrido mucho, pero nadie lo diría viendo su actitud vital. El cariño de los suyos y su carácter luchador la ayudan a seguir adelante con optimismo. No obstante, hay algo que le hace especial ilusión: volver a trabajar. Colaborar en la organización y desarrollo de los talleres de cocina de Aita Menni tras la rehabilitación en el CENER le ha dado fuerzas. Su propósito para 2015 es encontrar una ocupación de media jornada en la que pueda seguir el ritmo de trabajo que requiere su nueva situación. Un empleo cara al público le daría una gran satisfacción.
Era un 7 de marzo, tenía 49 años, algo de colesterol y la tensión regulada con medicación. Itxaso Fontaneda relata cómo le ocurrió el ACV. Con cara de culpabilidad recuerda que fumaba. “Fui al bar donde trabajaba muy temprano, como cada día. Me puse el delantal y comencé a trajinar en la cocina. Al rato sentí un mareo, noté algo muy raro, estaba como ciega. Grité a mi compañero de la barra: ‘Sito, me muero’ y eché mano del móvil para intentar llamar a mi marido. Pero ya no hablaba bien, tampoco pude utilizar la mano derecha”.
La rapidez en llegar la ambulancia, la proximidad al hospital, la pronta aplicación del código ictus fueron una suerte ante la fatalidad. A pesar de todo, el ictus le dejó secuelas, entre ellas pérdida de fuerza y alteración de la sensibilidad en la mitad de su cuerpo. Itxaso creía que decía lo que pensaba, siempre había sido una mujer con facilidad para encontrar las palabras adecuadas, pero la afasia también había hecho su aparición como consecuencia del ictus.
Seguir activa
El ACV cambió la situación de Itxaso pero no pudo con su carácter luchador ni con su sentido del humor. “Me río del mundo y de mí primero”, dice. Su idea es seguir activa. “Ahora mismo ya no puedo preparar 200 pintxos con la rapidez que lo hacía antes ni fregar cacharros de gran tamaño ni pelar un saco de patatas diario. Pero sí puedo hacer otras muchas cosas. En casa me las apaño. He llorado lo habido y por haber. Todavía a veces me acuerdo del ictus y lloro. Pienso si me dará otro”.
Ha pasado un tiempo desde entonces y con él, nueve meses de rehabilitación en el Centro de Neurorrehabilitación (CENER) Aita Menni de Bilbao. Horas de coger alfileres de cabeza gorda con la mano parésica, de colocar piecitas de plástico en una plataforma, de intentar adivinar texturas al tacto. Estos y otros muchos ejercicios de terapia ocupacional. También consultas médicas y de neuropsicología, e innumerables sesiones logopedia. Para evitar la desmotivación fruto de la rutina, un día las terapeutas le preguntaron: “¿A ti que te gusta?”. Su respuesta estaba clara: “Cocinar”. Así comenzó Itxaso con las TO a hacer tortillas en la cocina del CENER; luego llegaron platos más complicados, como una paella de marisco. Picando, pelando y sofriendo surgió la idea de colaborar en el taller de cocina para pacientes con ictus. Para personas como ella.
Hoy, Itxaso Fontaneda forma parte del equipo que organiza los ‘Talleres de cocina‘ de Aita Menni. Le gusta volver al CENER, allí siente arropada y muy querida. Junto con Amaia Goiriena y Fátima Sanz, se encarga de diseñar menús, de comprar ingredientes y decidir cantidades. Terapeutas y cocinera se coordinan para que en cada taller haya que pelar, cortar, picar, batir, etc., y que no falten instrumentos de apoyo para que las personas con hemiplejia o hemiparesia puedan realizar del mejor modo posible éstas y otras tareas. También se encargan de llevar música y buen humor, para que en cada taller se disfrute al máximo de la cocina, de la comida y de la mutua compañía.