El tiempo, el esfuerzo y la constancia pueden revertir la situación, asegura con una magnífica actitud este arquitecto cántabro tras el ictus que sufrió en mayo. Además quiere subrayar lo importante que es valorar aquello que aún se tiene o se puede recuperar en lugar de pensar solo en las habilidades perdidas.
Le sorprendió el ictus en plena carrera profesional y en medio de la pandemia. Por fortuna el daño cerebral no afectó a sus excelentes habilidades de comunicación ni a sus funciones cognitivas, aunque sí mermó su movilidad y su capacidad de arrancar acordes a la guitarra. Arquitecto de profesión, Francisco Javier Carnero Fernández es una persona acostumbrada a trabajar en equipo; también a liderar y organizar proyectos. Quizá su trayectoria vital le empuja a trabajar sin denuedo en la rehabilitación de su hemiplejia. Con la confianza que le ha proporcionado la atención terapéutica, tiene claro que hay que darlo todo para salir adelante. En esta carrera de fondo corre codo a codo con el fisioterapeuta Carlos Rodríguez Melcón, de la Unidad de Rehabilitación del Centro Hospitalario Padre Menni de Santander que le atiende a domicilio. Con su ayuda se esfuerza, avanza día a día anotando pequeños grandes logros. A este paso quizá algún día volvamos a escuchar su guitarra eléctrica.
– En pocas palabras, ¿cómo se presentaría Francisco Javier Carnero?
Tengo 60 años, estoy casado y tengo tres hijas. Soy arquitecto y trabajo como autónomo, con estudio en Santander y, los últimos años, trabajando en proyectos internacionales desde Madrid.
– ¿Cómo le sobrevino el daño cerebral?
Estando en Madrid, donde vivo con mis hijas gran parte del año, el pasado mes de mayo, durante el confinamiento, tuve un ictus hemorrágico de manera totalmente inesperada (como en la mayoría de casos, supongo).
Empecé a notar una extraña pesadez y falta de fuerza en el brazo izquierdo y, no sé bien por qué, intuí que podía tratarse de un ictus, y le pedí a una de mis hijas que llamara al 112. A los pocos minutos tenía mi lado izquierdo completamente paralizado. A partir de ahí, cuando por fin llegó la ambulancia (y previa toma de muestras para un test PCR) me trasladaron al hospital, por supuesto solo y sin visitas.
– ¿Cómo le ha afectado en su vida personal y profesional? ¿Con qué dificultades ha de enfrentarse a diario?
En un principio el impacto fue muy fuerte ya que en cuestión de minutos mi vida se detuvo en casi todos los aspectos y me vi postrado en una cama sin poder mover en absoluto la mitad izquierda de mi cuerpo.
Por supuesto, me impidió trabajar o continuar mi vida normal, con la incertidumbre de no saber si sería permanente, si podría recuperarme, o qué secuelas podría tener. Tampoco sabía si el proceso se había detenido, si podría ir a peor o, incluso, si podría peligrar mi vida.
Los primeros días fueron muy duros porque, a causa del COVID, estaba solo y las visitas se limitaban a una persona y no más de una hora.
Para mi propia sorpresa, estuve sereno y con buen ánimo desde el principio, a pesar del miedo y la incertidumbre.
Como guitarrista aficionado, la simple posibilidad de que no pudiera volver a tocar me causaba una profunda angustia.
Dentro de todo, creo que fui muy afortunado, ya que la localización de la lesión, en el hemisferio derecho, sólo me afectó a las funciones motoras y no al habla, la vista o funciones cognitivas. Actualmente he recuperado una parte importante de la movilidad y soy capaz de caminar y desenvolverme con bastante autonomía en las tareas cotidianas.
Como siempre, ha sido un proceso lento y gradual desde la inmovilidad y dependencia total en cama, a la silla de ruedas y, poco a poco, a poder caminar. Lo de volver a tocar la guitarra está en proceso…
– ¿Cómo supo de la Unidad de Rehabilitación del Centro Hospitalario Padre Menni?
A través de un amigo, padre de un chico que, hace un par de años, tuvo un proceso similar. Me insistieron en la importancia de la rehabilitación, la constancia y el esfuerzo para conseguir la máxima recuperación posible. Me habló de la unidad de daño cerebral del Padre Menni en Santander y de los buenos resultados que su hijo había conseguido con Carlos, así que contactamos con él, antes de tener el alta hospitalaria, para empezar la rehabilitación lo antes posible.
– Nuestros equipos ofrecen rehabilitación integral personalizada tras valorar cada caso. ¿Cuál es el objetivo de la terapia específica que recibe?
Como ya he comentado, prácticamente solo he tenido afectada la función motora del lado izquierdo, con lo que la rehabilitación se ha basado en la recuperación de la funcionalidad tanto de la pierna como del brazo y mano, siempre como complemento a la rehabilitación y terapia que estoy recibiendo en Valdecilla.
Creo que, en mi caso, han funcionado muy bien de forma complementaria. La evolución ha sido muy buena, incluso mejor de lo que yo podía suponer inicialmente.
– ¿Saber que hay posibilidades de atención, de mejorar -aunque sea de forma lenta o limitada- qué supone?
Para mí ha sido el principal soporte de mi ánimo y esperanza de recuperación. Soy perfectamente consciente de que nadie sabe con certeza hasta dónde se puede llegar a recuperar o qué posibles secuelas quedarán después de un ictus, sin embargo, los pequeños avances que se consiguen con esfuerzo y constancia, al cabo del tiempo, suponen una gran diferencia respecto a la situación inicial.
Es difícil mantener el equilibrio entre la determinación por recuperar la funcionalidad perdida y no sucumbir al desánimo o frustración por lo que no se consigue, sin saber si realmente es irreversible.
Los pequeños avances que se consiguen con esfuerzo y constancia, al cabo del tiempo, suponen una gran diferencia respecto a la situación inicial
– ¿Puede decirse que ha habido un antes y un después de la rehabilitación?
Sin duda, al menos en mi caso.
No sólo ha contribuido a ganar movilidad y fuerza en el lado afectado, también ha supuesto una importante motivación y un reto permanente para mirar hacia delante e ir ganando confianza poco a poco.
– ¿Qué beneficios percibe o cree que le proporciona?
La mejoría física es evidente, pero también la motivación y contribución a mantener un mejor estado de ánimo y actitud positiva me parece fundamental.
– ¿Su meta es…?
Conseguir la máxima recuperación que sea objetivamente posible y mantener el esfuerzo y constancia para alcanzar el objetivo. Si pudiera volver a tocar la guitarra sería genial…
– ¿Cómo son las sesiones de rehabilitación tras la pandemia?
Son las únicas que he conocido. Con mascarilla, geles y el resto de parafernalia. En mi caso combino las sesiones en Valdecilla con las domiciliarias del Padre Menni.
– ¿Ha cambiado su forma de ver la vida tras el ictus?
Supongo que, como después de cualquier suceso traumático, las cosas se relativizan y se valoran de manera diferente. Confío en que esto me haga, por una parte, más fuerte y, por otra, un poco más sabio.
– ¿Qué les transmitirías a otras personas que estén en su misma situación?
Ante todo esperanza en que, en muchos casos, el tiempo, el esfuerzo y la constancia pueden revertir la situación; y (quizás lo más difícil) darse cuenta de lo que aún tienes o puedes llegar a conseguir, en lugar de pensar solo en lo que hayas podido perder.
– Alguna otra reflexión que quiera compartir…
Como decía la canción, “la vida te da sorpresas…”. No siempre son agradables. Pero si, por suerte hay posibilidad de mejoría, cuentas con el apoyo de los tuyos y de profesionales competentes, hay que poner todo de tu parte para seguir adelante.