Además de las dificultades motoras, son frecuentes las alteraciones en la esfera emocional y cognitivo-conductual, que suelen manifestarse en el ámbito escolar y del aprendizaje con un importante impacto en el desarrollo personal y social de los menores. La doctora Beatriz Gavilán, neuropsicóloga de la Unidad de Rehabilitación Infantojuvenil del Hospital Beata Maria Ana, abordó las peculiaridades del daño cerebral infantil en el último congreso de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física.
La hemiplejia infantil, cuyo común denominador es la presencia de una lesión focal de la corteza cerebral, obedece a diversas causas; entre ellas, las más habituales son las vasculares, traumáticas e infecciosas. Cuando la lesión se produce antes de los 3 años se habla de parálisis cerebral infantil.
La doctora Beatriz Gavilán Agustí, neuropsicóloga de la Unidad de Rehabilitación Infantojuvenil del Hospital Beata María Ana, participó como ponente en el 58º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF) para hablar sobre las peculiaridades de la hemiplejia infantil, la evaluación de los trastornos que apareja, así como de aquellas intervenciones que se han mostrado eficaces en su manejo.
Clínicamente, niñas y niños con hemiplejia presentan deficiencias motoras y debilidad en un lado del cuerpo. Extremidades superior e inferior del mismo lado pueden estar afectadas en diferente grado. En cualquier caso, la hemiplejia infantil conlleva un déficit funcional sustancial. Pero, además de las dificultades motoras, son frecuentes las alteraciones en la esfera cognitivo-conductual y emocional, que suelen manifestarse de forma más evidente en el ámbito escolar y del aprendizaje.
Peculiaridades del daño cerebral infantil
Tras explicar que la hemiplejia sucede como resultado de un daño cerebral, lo cual implica un cambio en la actividad neuronal que, a su vez, acarrea otro tipo de alteraciones, nuestra neuropsicóloga pasó a detallar qué ocurre cuando hay un daño cerebral en la infancia y cuáles son las diferencias si comparamos la hemiplejia infantil con la de personas adultas. En su opinión, “la práctica clínica en niños no puede sustentarse en los hallazgos neuropsicológicos de adultos con daño cerebral”. Varias son las razones:
– el daño se produce cuando el desarrollo cerebral está en pleno auge
– el pequeño está iniciando un aprendizaje sobre sí mismo y sobre el mundo que le rodea
– su cerebro tiene mayor plasticidad
Cuando ocurre un DCI entra en juego la vulnerabilidad, dado que el cerebro no ha desarrollado todas las habilidades. Las funciones cognitivas están emergentes o en desarrollo y el desarrollo cognitivo depende de la integridad cerebral en diferentes momentos del desarrollo.
El daño cerebral en edades tempranas provoca una alteración en la organización de los procesos cerebrales. Si bien, los patrones de las alteraciones neuropsicológicas derivados del DC no son estables. Según nuestra experta, “pueden no estabilizarse hasta completar el desarrollo”. Por otro lado, en muchos casos, sus efectos no son detectables hasta que la habilidad emerge y completa su desarrollo: “El daño se expresa en un fallo en el desarrollo de las habilidades cognitivas y capacidades comportamentales al nivel de grupo de edad”.
Alteraciones neuropsicológicas
Por sus conocimientos y experiencia clínica, la doctora Gavilán ratificó ante las personas asistentes al congreso que hemiplejia -parálisis completa o incompleta que afecta a la mitad del cuerpo- y hemiparesia -reducción de la fuerza muscular asociada a la hemiplejia– conllevan, en muchos casos, asociadas alteraciones cognitivas, emocionales y conductuales “independientemente del grado de afectación motora”. Durante su exposición, remarcó la importancia de realizar seguimientos evolutivos y valoraciones neuropsicológicas hasta los 18 años, así como de pautar la pertinente intervención sin olvidar concienciar y explicar al entorno del niño la forma de expresión del daño.
Según Beatriz Gavilán, las alteraciones neuropsicológicas que nos podemos encontrar en un menor con daño cerebral son:
Alteraciones cognitivas
Relacionadas con el deterioro de habilidades cognitivas generales o con déficits específicos en uno o varios dominios de funcionamiento. Pueden ser persistentes y condicionar un adecuado progreso escolar y social. Tienen que ver con:
- Rapidez de procesamiento: enlentecimiento tanto en el procesamiento como en las respuestas
- Atención y concentración: distraibilidad y pobre concentración
- Lenguaje y comunicación:
- Fluidez verbal, la denominación y el razonamiento verbal.
- Vocabulario (receptivo como expresivo). Comprensión verbal.
- Habilidades visoperceptivas y espaciales:
- Provocan dificultades en la escritura, cálculo, dibujo, habilidades constructivas.
- Influyen en la interpretación de las señales no verbales durante las interacciones sociales.
- Memoria y aprendizaje:
- Dificultades en nuevos aprendizajes.
- Integración con los conocimientos previos.
- Pueden pasar en un inicio desapercibidas.
- Mayor impacto en niños mayores.
- Funciones ejecutivas:
- Dificultades en planificar, organizar, iniciar o ejecutar conductas, inhibición, flexibilidad cognitiva, monitorizar ejecuciones, regulación emocional…
- Se evidencian evolutivamente
Alteraciones emocionales y conductuales
Pueden aparecer como consecuencia de una disfunción de zonas que regulan la conducta y la emoción, o debido a las exigencias del entorno por falta de adaptación a su situación actual. Las más frecuentes son desinhibición, impulsividad, aumento de la irritabilidad o rabietas, fatiga y apatía (que pueden confundirse con depresión), ansiedad, depresión, miedos y manifestaciones de estrés postraumático (incluso aunque no haya una memoria continua de lo ocurrido).
Todas las alteraciones descritas por Beatriz Gavilán provocan una serie de consecuencia que se trasladan a todos los niveles: académico, social, ocupacional, familiar, de la salud general y también en la autonomía futura. Todo ello es de vital importancia dado el impacto que tendrá sobre una etapa tan importante para este grupo de población como es el paso a la edad adulta. En este punto Beatriz Gavilán incide de nuevo en la necesidad de llevar a cabo intervenciones por parte de profesionales debidamente cualificados que trabajen con el objetivo final de obtener el mayor grado de autonomía posible.
¿De qué depende la aparición de estas alteraciones?
“Los procesos de maduración, plasticidad y vulnerabilidad modifican la expresión del daño neurológico en los niños”, señaló Gavilán. Son aspectos clave para orientar el pronóstico y dependen de factores como la edad en la que ocurrió la lesión, su severidad, la localización de la lesión (hemisferio derecho o izquierdo) y los tratamientos recibidos (medicación e intervenciones).
“El daño precoz puede tener consecuencias más graves que un daño posterior, puesto que el desarrollo cognitivo depende de la integridad de estructuras cerebrales en distintos momentos del desarrollo -remarcó- Si una región cerebral es dañada o disfuncional en un periodo crítico puede que la habilidad quede irreversiblemente alterada. El daño adquirido durante el primer año de vida es el más grave; incluso si hay reorganización cerebral hay una depresión general de las habilidades”.
Respecto a si la lesión se produce en hemisferio izquierdo o en el derecho, afirmó que el daño precoz en hemisferio izquierdo es más benigno que en HD: “El daño temprano en el hemisferio derecho tiene peores consecuencias que en adultos, pudiendo cursar, evolutivamente, con un deterioro cognitivo generalizado”.