Con esta actividad, en el Centro Acamán se pretende trabajar la integración de las dos identidades que a veces aparecen tras el DCA, tratando de apoyar el trabajo personal, la adaptación y la aceptación de las situaciones.
A menudo hay un antes y un después tras el daño cerebral. Y no todas las consecuencias son físicas. Las personas con DCA pueden acusar algunos problemas cognitivos, emocionales y de conducta. Para fomentar la toma de conciencia, la aceptación, la interacción social, etc. la Unidad de Día de Daño Cerebral Adquirido del Complejo Acamán, en Tenerife, ha ideado una entrañable herramienta basada en los recuerdos que va más allá de la de estimulación cognitiva.
La identidad es dinámica y evoluciona a lo largo del tiempo. Todos tenemos cierta inquietud por nuestro pasado o el de personas cercanas a nosotros. Es por ello que en Acamán estamos llevando a cabo una actividad en la que personas usuarias y colaboradores de la Unidad hemos traído fotografías antiguas. Con ellas estamos realizando sesiones en las que nos hacemos preguntas del tipo: ¿quién es la persona de la foto?, ¿recuerdas dónde fue sacada?, ¿con quién estabas?, ¿qué edad tenías?, ¿en qué momento de tu vida estabas?, ¿qué recuerdos positivos te vienen a la mente al ver la foto?, etc.
Los recuerdos, como parte esencial de nuestra identidad, son fundamentales en nuestra vida diaria. Sabemos que los recuerdos dependen de nuestra fisiología y de nuestras experiencias. Sabemos que olvidamos y que a veces los recuerdos duran muy poco, casi nada, pero otras veces nos acompañarán por siempre. Estos recuerdos, en la memoria de cada persona, no son fijos o estáticos, cambian a lo largo del tiempo. Evolucionan.
Con esta actividad se pretende trabajar la integración de las dos identidades que a veces aparecen tras el DCA. Tratar de apoyar el trabajo personal, la adaptación y la aceptación de las situaciones, para así sentir la propia identidad, porque los recuerdos de nuestra infancia también conforman la identidad que hoy en día sentimos como propia. Y es que tras el DCA hay cualidades que no se han perdido, sino que se van recuperando aunque sea en un grado diferente, hay capacidades que aunque ahora no estén también habrían cambiado por la edad, y hay aptitudes a las se les dice adiós y se debe aceptar que se modifican por otras.
Sentirse vivo es integrar quien soy, con todas las letras, que estoy en fase de recuperación y que ésta pasa por ir cogiendo cariño a las nuevas capacidades, en muchos casos parecidas a las de antes, pero en diferente grado, cantidad e intensidad.