El procesamiento de la información sensorial en el daño cerebral adquirido - 19 desembre, 2023
Los sistemas somatosensorial y vestibular son los más frecuentemente afectados por un DCA. La autora subraya que resulta fundamental realizar una adecuada valoración del procesamiento de la información sensorial que afecta a la funcionalidad de las personas que han sufrido un daño cerebral, para poder intervenir desde esta perspectiva. De igual modo, plasma la necesidad de seguir investigando sobre cómo los sentidos influyen en el resto de las capacidades del cerebro, y de crear herramientas de valoración estandarizadas que reflejen el impacto del proceso de la información sensorial en la ejecución de las tareas y actividades, así como modelos de intervención que consideren los sistemas sensoriales como parte del tratamiento.
Escrito por:
Patricia Heras Vacas, terapeuta ocupacional, Unidad de Día de DCA de Hermanas Hospitalarias Acamán
En 1972 la Dra. Jean Ayres crea la Teoría de Integración Sensorial, basada en los principios de neurociencia y en cómo los déficits sensoriales y motores afectan al aprendizaje y a la conducta, principalmente en el concepto de neuroplasticidad y de cómo el cerebro cambia en respuesta a la experiencia (1). Ayres definió la integración sensorial (IS) como el proceso neurológico que se encarga de organizar las sensaciones que una persona recibe de su propio cuerpo y del medio ambiente, y hace posible la interacción con el entorno (2).
Este modelo de trabajo, pese a estar basado en procesos neurológicos de neuroplasticidad, neuromodulación o procesamiento y organización de la información sensorial, ha sido poco utilizado para la intervención en personas adultas con daño cerebral adquirido (DCA), donde los procesos de neuroplasticidad están presentes desde el momento en el que se produce el daño (3).
Según FEDACE, la Federación Española de Daño Cerebral Adquirido, un DCA supone una lesión repentina en el cerebro que se caracteriza por su aparición brusca, y por el conjunto variado de secuelas que presenta en función del área del cerebro lesionada, y la gravedad del daño. Estas secuelas provocan alteraciones perceptivas, físicas, cognitivas y emocionales (4).
Un DCA puede estar provocado por múltiples causas, un accidente cerebrovascular, un traumatismo craneoencefálico, un tumor, una infección etc., y dependiendo de la zona del cerebro que se vea comprometida pueden producirse diferentes secuelas. Una de estas lesiones puede alterar el procesamiento de la información sensorial pudiendo verse afectado algún tracto, vía o área del cerebro que transmite y procesa este tipo de información.
Los sistemas sensoriales que más frecuentemente se ven afectados, y que más repercuten en la función, son el sistema somatosensorial y el sistema vestibular, también pueden existir déficits a nivel visual o auditivo que están ampliamente descritos. Por ello este artículo se centra en la exposición de los sistemas somatosensorial y vestibular.
¿Cómo viaja el estímulo somatosensorial y el vestibular hasta el cerebro?
El sistema somatosensorial recoge información táctil y propioceptiva. La información del tacto viaja al cerebro por la vía de la columna dorsal-lemniscal medial, la vía espino-talámica lateral y la vía trigeminotalámica. Mientras que la información propioceptiva viaja por las vías espinocerebelosas. Cuando se produce algún tipo de daño cerebral a lo largo de estas vías, el procesamiento de la información podría verse afectado, repercutiendo en la respuesta motora.
En cuanto a la información que recoge el sistema vestibular, esta viaja al cerebro por el nervio coclear VIII junto con el nervio vestibular (5, 6).
Otras áreas cerebrales que intervienen en este procesamiento son los ganglios basales, el sistema reticular, el cerebelo, el tálamo y las conexiones que en esas áreas se producen (7).
El procesamiento de la información somatosensorial
La información somatosensorial está formada por aquellos estímulos que recibe el cerebro del sistema táctil y del sistema propioceptivo.
El sistema táctil permite la discriminación, percepción y localización de los objetos o del entorno, mientras que el sistema propioceptivo informa sobre la localización del cuerpo, permite el movimiento coordinado, la planificación motriz y contribuye a la creación del esquema corporal en el cerebro.
Cuando una persona intenta ponerse un abrigo, necesita de un buen esquema corporal y planificación motriz que le permita colocar el cuerpo de tal forma que pueda introducir los brazos por los agujeros de las mangas. Además, se requiere de una buena discriminación táctil para detectar si está consiguiendo introducir ese brazo a la primera en la manga, o si por el contrario tiene que seguir buscando hasta que lo logre. El sistema somatosensorial es el encargado del monitoreo o control de la actividad indicando si se está ejecutando de forma correcta (8).
El procesamiento de la información vestibular
El sistema vestibular es mucho más que el sistema encargado del equilibrio, influye sobre la capacidad para mantener la postura, estabilizar el campo visual cuando la cabeza se mueve, y es consciente del movimiento, de la posición y la orientación de la cabeza. Además, está implicado en todas las actividades que requieren el cruce de la línea media. Junto con el sistema propioceptivo, tiene un gran impacto en el control motor y en el control postural (9, 10).
Este sistema es el único que procesa información multisensorial o multimodal, es decir, va a influir y está influido por el resto de sistemas sensoriales. Esto es así porque los núcleos vestibulares reciben información directa de otras áreas cerebrales: las aferencias vestibulares del nervio VIII, las áreas oculomotoras del tronco encefálico, el cerebelo y áreas de la corteza, como la corteza vestibular parietoinsular, áreas premotoras 6, área somatosensorial 3a y la corteza temporal superior (11).
Pongamos el ejemplo de una persona que va leyendo en un autobús mientras está parado en un semáforo. En ese momento su sistema visual, vestibular y propioceptivo coinciden en la información, está quieta. Ahora bien, en el momento en el que el autobús arranca, el sistema vestibular y propioceptivo procesan la información del movimiento a pesar de que la visión sigue interpretando que está quieta, dado que el campo visual está centrado en el libro y no habrá detectado dicho movimiento. Esta incongruencia provoca en muchas personas mareos, debido a que la información multisensorial no es igual para los tres centros de procesamiento sensorial (visión, propiocepción y vestibular).
Por tanto, un déficit en el procesamiento de la información vestibular provocará dificultades en el sentido subjetivo de automovimiento y orientación, influyendo en la integración de la información de diferentes modalidades sensoriales, para generar conductas motoras complejas precisas, como la navegación y el alcance, la estabilización de la mirada y el control del equilibrio y la postura (9, 10).
DCA y procesamiento de la información táctil, propioceptiva y vestibular
Existe gran variedad de publicaciones que muestran que cuando se produce un DCA puede verse comprometido el procesamiento de la información táctil, propioceptiva y vestibular.
En la década de los 50, se describió que la pérdida de información táctil y propioceptiva reduce el control motor de la extremidad afectada, altera el equilibrio en la postura erguida y la deambulación, y disminuye la conciencia de la posición y el movimiento de la extremidad (12). Estudios actuales hablan de la disfunción táctil en el accidente cerebrovascular y los problemas para discriminar la direccionalidad del estímulo táctil (13), así como de la pérdida severa del control motor como consecuencia directa de la alteración propioceptiva tras un DCA (14).
También se destaca la necesidad de valorar las alteraciones del equilibrio en diferentes situaciones sensoriales (ojos abiertos vs ojos cerrados o suelo firme vs suelo de espuma) en pacientes que han sufrido un traumatismo craneoencefálico leve (15). En la última década, se ha comenzado a utilizar la realidad virtual en rehabilitación, también para intervenir en los déficits sensoriales en pacientes con DCA agudo, subagudo y crónico obteniendo avances significativos tanto en el equilibrio como en el control motor (16).
Por otro lado, se ha encontrado que la alteración del procesamiento de la información sensorial puede repercutir en otros aspectos de la persona, más allá de los meramente sensoriomotores. La influencia del sistema vestibular también se ha relacionado con la existencia de problemas de ansiedad (17), problemas de autoconciencia corporal, perspectiva de primera persona y despersonalización, así como toma de decisiones económicas y prosociales de carácter impulsivo (10). Asimismo, la intervención sobre el sistema vestibular ha encontrado mejoras en personas con esquizofrenia en cuanto al estado de ánimo y los síntomas positivos (18).
Discusión
En la actualidad, existen múltiples formas y métodos de abordar la rehabilitación motora y funcional en personas que han sufrido un daño, como la facilitación neuromuscular propioceptiva, el reaprendizaje motor orientado en la tarea, el concepto Bobath, la electroestimulación, la realidad virtual o el concepto Perfetti entre otros (19), pero ninguno de estos métodos pone en el centro de la rehabilitación el procesamiento de la información sensorial. Borich et al. (20) y Bolognini et al. (9) ya comentaban que el papel de la información sensorial se ha dejado a un lado en la investigación de los déficits motores, pese a ser un componente crítico del control motor. En cualquier caso, exponen que no existe ningún entrenamiento motor que pueda considerarse puramente motor, ya que cualquier tipo de estimulación motora implica la integración de información sensorial.
Por lo tanto, existe la necesidad, al igual que hiciera la Dra. Ayres al crear el “Sensory Integration Praxis Test”, o Dunn con el “Sensory Profile”, de crear herramientas de valoración e intervención desde la perspectiva de la integración sensorial en personas adultas. Concretamente en España existe la versión traducida del “Sensory Profile” para adultos/as (21) y la propuesta de Cuesta (2) de valoración de la información somatosensorial. Su propuesta incluye diferentes escalas y pruebas que ya existen, pero está centrada únicamente en la funcionalidad de la mano y en el sistema sensoriomotor (2) dejando a un lado la valoración del sistema vestibular.
Por todo ello, es fundamental realizar una adecuada valoración del procesamiento de la información sensorial que afecta a la funcionalidad de las personas que han sufrido un DCA, para poder intervenir desde esta perspectiva, ya que va a repercutir en la independencia de las actividades cotidianas de la vida diaria y por consiguiente en su calidad de vida.
Con este artículo se ha querido plasmar la necesidad de seguir investigando sobre cómo los sentidos influyen en el resto de las capacidades del cerebro, y de crear herramientas de valoración estandarizadas que reflejen el impacto del proceso de la información sensorial en la ejecución de las tareas y actividades, así como modelos de intervención que consideren los sistemas sensoriales como parte del tratamiento. En la actualidad en la Unidad de Día de DCA de Hermanas Hospitalarias Acamán el servicio de terapia ocupacional está implementando la valoración de las funciones sensoriales de nuestros usuarios y usuarias para ajustar de forma certera el tratamiento.
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