Diagnóstico e intervención de las dificultades de aprendizaje - 19 desembre, 2023
Autora: Davinia Fernández Yuste
Logopeda infantil en la
Unidad de Daño Cerebral Hermanas Hospitalarias Valencia
Hoy en día existen contradicciones en las definiciones de DA y estas han ido cambiando a lo largo del tiempo. El término “dificultades de aprendizaje” hace referencia a problemas en cualquiera de las siete áreas de aprendizaje que incluyen:
– comprensión auditiva
– expresión lingüística
– habilidades de lectura
– comprensión lectora
– lenguaje escrito
– cálculo
– problemas matemáticos
Los problemas de aprendizaje afectan a 1 de cada 10 niños en edad escolar. Estos problemas pueden ser detectados en los pequeños a partir de los 5 años y constituyen una gran preocupación para muchos padres, ya que afectan al rendimiento escolar.
Diversos investigadores afirman que las DA se deben a una deficiencia del sistema nervioso central que contribuye a los problemas para descifrar el lenguaje tanto oral como escrito (Shaywitz, 2003). La definición de DA asume una discrepancia significativa entre la capacidad y el rendimiento. Su dificultad está en captar, procesar y dominar las tareas e informaciones. El niño simplemente no puede hacer lo mismo que los demás, aunque su nivel de inteligencia sea el mismo.
Muchos de estos niños presentan dificultades en más de un área de aprendizaje y asimismo pueden presentar problemas de atención, adaptación emocional y/o comportamiento (Lyon, Shaywitz & Shaywitz, 2003).
Es importante diferenciar las DA de otros conceptos afines como “necesidades educativas especiales”, “inadaptaciones por déficit socioambiental”, “discapacidad intelectual”, “trastornos emocionales graves”, etc.
El niño con trastorno de aprendizaje tiene una pauta desigual en su desarrollo, puede no tener disfuncionamiento del sistema nervioso central, no debe sus problemas de aprendizaje a pobreza ambiental y/o los problemas de aprendizaje no se deben a retraso mental o a trastornos emocionales. En definitiva, sólo resulta procedente hablar de DA cuando hacemos referencia a:
-Niños y niñas que tienen un cociente intelectual normal, o muy próximo a la normalidad, o incluso superior.
-Su ambiente sociofamiliar es normal.
-No presentan déficits sensoriales ni afecciones neurológicas significativas.
-Su rendimiento escolar se manifiesta y es reiteradamente insatisfactorio.
Las DA suelen cursar con patologías asociadas parecidas a las presentes en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
No hay una única señal que indique la existencia de un problema del aprendizaje. Los expertos buscan indicadores que expliquen la existencia de una diferencia notable entre el progreso escolar actual y el nivel de progreso que podría lograr, dada su inteligencia o habilidad.
Algunas indicaciones orientativas que pueden hacer sospechar a los padres y/o maestros que el niño tiene un problema del aprendizaje son:
- Actividad motriz: hiperactividad o hipoactividad, torpeza motora, dificultad en la coordinación…
- Atención: bajo umbral de concentración, dispersión…
- Área matemática: problemas en seriaciones, inversión de cifras, reiterados errores en el cálculo…
- Área verbal: problemas en la codificación/decodificación simbólica, irregularidades lectoescritoras, disgrafías, etc. Puede tener problemas en aprender el alfabeto, hacer rimar las palabras o conectar las letras con sus sonidos; puede cometer errores al leer en voz alta, y repetir o detenerse a menudo; puede no comprender lo que lee; puede tener dificultades con deletrear palabras; puede tener una letra desordenada, tomar el lápiz torpemente; problemas para expresar sus ideas por escrito; puede aprender el lenguaje de manera tardía y tener un vocabulario limitado; limitaciones en recordar los sonidos de las letras o escuchar pequeñas diferencias entre las palabras; problemas en comprender bromas, historietas cómics ilustrados y sarcasmo; puede tener dificultades en seguir instrucciones; puede pronunciar mal las palabras o usar una palabra incorrecta que suena similar; complicaciones en organizar lo que desea decir o no puede pensar en la palabra que necesita para escribir o conversar; puede no seguir las reglas sociales de la conversación, tales como tomar turnos; puede confundir los símbolos matemáticos y leer mal los números; puede no poder repetir un cuento en orden (lo que ocurrió primero, segundo, tercero) o puede no saber dónde comenzar una tarea o cómo seguir desde allí.
- Emotividad: desajustes emocionales leves, escasa autoafirmación personal…
- Memoria: dificultades de fijación, problemas en la memoria operativa (Baddeley, A. 2006).
- Percepción: inadecuada reproducción de formas geométricas, confusión figura-fondo, inversiones de letras, rotaciones, dificultad para distinguir entre la derecha y la izquierda.
- Sociabilidad: inhibición participativa, escasa habilidad social, agresividad…
Es probable que el pequeño no exhiba todas estas señales, ni siquiera la mayoría de ellas. Sin embargo, si exhibe varios de estos problemas, entonces los padres y maestros deben considerar la posibilidad de que el niño tenga un problema del aprendizaje.
El diagnóstico y el proceso de intervención de las dificultades de aprendizaje parten del análisis de las denominadas “habilidades elementales”, básicas y necesarias para que, a partir de ellas, el sujeto pueda construir y desempeñar conductas propias del aprendizaje de la lectura, la escritura y el cálculo, tales como leer, escribir, comprender, etc.
Los problemas del aprendizaje tienden a ser diagnosticados cuando niños y niñas llegan a la edad escolar, cuando profesores y padres observan que no están aprendiendo como se esperaba. Es posible que la escuela o la familia soliciten una evaluación para ver cuál es la causa del problema.
Se puede establecer una clara relación de secuencialidad entre dichas habilidades elementales y las manifestaciones o los errores típicos de las dificultades en el aprendizaje; de ahí que el diagnóstico de las dificultades disléxicas, digrafías y discalculias se puedan iniciar a partir de los denominados signos precursores, existiendo así la posibilidad de realizar una recuperación precoz de las funciones neuropsicológicas deficientes.
Muchos de los trabajos han comprobado que los pequeños con DA presentan unas puntuaciones más bajas en la escala verbal que en la manipulativa de la escala Weschler. Los niños con déficit fonológico evidencian déficit en diversas medidas verbales, tales como conocimiento del vocabulario, memoria auditiva y asociaciones verbales, comprensión del vocabulario, semejanzas entre palabras y fluidez verbal (Shaywitz et al, 2006; Fletcher, Morris &Lyon, 2003). Stanovich (2005) denomina “efecto mateo” a la relación entre la lectura y el CI porque la lectura tiene efectos en otras habilidades cognitivas. Así pues, los niños con déficit en lectura leen menos, adquieren menos conocimientos generales y específicos y ello afecta en las habilidades verbales y en el rendimiento (Ardila &Reynolds, 2000).
Además, muchos estudios evidencian que los escolares con discapacidad lectora no realizan bien diversas pruebas de memoria (amplitud de dígitos, recuerdo de secuencias de letras, palabras sin sentido y ordenar palabras). La dificultad para recordar una serie de palabras precede al diagnóstico de la discapacidad lectora y parece que es un factor de riesgo y no una consecuencia de los problemas de lectura (Adams & Gathercole, 2000). Los malos lectores son incapaces de utilizar la estructura fonológica del lenguaje para mantener secuencias de letras en la memoria a corto plazo (Riccio, Garland & Cohen, 2007).
Cualquier intervención que se inicie ha de ir precedida de un diagnóstico diferencial, por ello es importante realizar una valoración neuropsicológica y logopédica, para conocer las funciones alteradas y las preservadas. Las áreas susceptibles de evaluación son: habilidades cognitivas generales, motricidad, percepción visual, lenguaje expresivo y receptivo, lectoescritura, memoria verbal y visual, atención selectiva, sostenida y dividida, funciones ejecutivas y habilidades académicas.