En los últimos 25 años se ha producido un gran avance en el intento de solucionar las alteraciones cognitivas, emocionales, conductuales y, por supuesto, físicas derivadas de las lesiones cerebrales. El daño cerebral es uno de los problemas de salud más importantes del mundo desarrollado, lo cual despierta un gran interés por la eficacia de los programas de rehabilitación. “Existe mejoría asociada a la rehabilitación”. Esta es una de las conclusiones que emitió Marcos Ríos Lago, coordinador de la Unidad de Daño cerebral del Hospital Beata María Ana, de “Plasticidad cerebral y bases de la rehabilitación neuropsicológica” en las I Jornadas transdisciplinares de DCA celebradas en Jaén.
Como bien sabemos, un daño cerebral condiciona la vida diaria de muchas personas debido a secuelas de tipo motor, sensorial, cognitivo, emocional… Sin embargo, la capacidad de adaptación y recuperación que muestra el cerebro tras una lesión puede ayudar a minimizar las consecuencias de daños estructurales y funcionales. Tras una introducción sobre el pasado de la rehabilitación y el impacto sobre los procesos cognitivos que puede ocasionar un DCA: atención, lenguaje, cálculo, praxias, gnosias, funciones ejecutivas y otros aspectos funcionales, Marcos Ríos se preguntaba, a la vista de los estudios de metaanálsis, qué aspectos de los programas son más eficaces.
Ya de lleno en el tema central de su ponencia, Ríos se refirió al progreso técnico –concretamente a la utilización de neuroimagen en rehabilitación- y los descubrimientos más notables de la neurociencia, que han tenido lugar en los últimos 50 años. Recordó que la plasticidad:
– permite que el SNC adquiera habilidades y almacene información;
– reorganiza las redes neuronales en función de la estimulación del entorno;
– es generalmente adaptativa y beneficiosa (el cerebro va a cambiar, hagamos lo que hagamos. Ej. cada vez que aprendemos una palabra algo cambia en nuestro cerebro);
– en ocasiones es desadaptativa y responsable de determinadas dificultades.
El grado de recuperación depende de numerosos factores, entre los que se encuentran la edad de la persona afectada, el área dañada del cerebro, la cantidad del tejido afectado, así como factores ambientales y psicosociales. Tras exponer algunos experimentos llevados a cabo con músicos, bailarines y malabaristas, Marcos Ríos remarcó que el ejercicio físico hace mejorar el funcionamiento cognitivo, luego pasó a explicar mecanismos de neuroplasticidad, como la reorganización de las interacciones funcionales entre diferentes áreas o grupos neuronales, dentro de una red neural preexistente; la incorporación de nuevas áreas a la red previa establecida y el fenómeno de plasticidad que se produce en áreas adyacentes a la región dañada, con el objetivo de asumir su función.
[highlight2]Existe mejoría asociada a la rehabilitación[/highlight2]
Respecto al aprendizaje y uso de estrategias, el quid en rehabilitación del daño cerebral se encuentra en guiar la plasticidad. Pero, ¿hemos de ayudar al paciente a recuperar la capacidad perdida o bien debemos ayudarle a compensar mediante el uso de otros procesos? Según el coordinador de la UDC de Hermanas Hospitalarias en Madrid, “lo importante es conseguir una optimización progresiva de procedimientos para guiar la plasticidad. Para ello se precisan conocimientos sobre el funcionamiento cerebral, supervisión del tratamiento mediante las nuevas técnicas para una buena toma de decisiones y una estrecha colaboración transdisciplinar clínica y académica”.