
Daño cerebral tras la quimioterapia: “la niebla mental” - 30 desembre, 2025
En los últimos años se está estudiando una posible relación entre el tratamiento quimioterapéutico en pacientes que lo reciben y la aparición de alteraciones cognitivas. Son muchos las personas que reciben tratamientos oncológicos que hablan de una “niebla mental”, haciendo referencia a estas alteraciones. La evaluación neuropsicológica y la neurorrehabilitación desempeñan un papel esencial para detectarlas, comprenderlas y tratarlas. Intervenir de forma temprana y multidisciplinar no solo mejora el pronóstico cognitivo, sino que también favorece el bienestar emocional y funcional.
Autora:
Virginia González, neuropsicóloga, coordinadora de la Unidad de Daño Cerebral Adquirido de Fundación Hospitalarias Tenerife
Las personas que han recibido quimioterapia refieren alteraciones en distintas funciones, que incluyen la atención, la memoria a corto plazo, la memoria de trabajo y la velocidad de procesamiento. El llamado “quimiocerebro” representa una alteración cognitiva significativa que afecta de manera importante la calidad de vida de quienes sobreviven al cáncer. Además, contribuye a la fatiga y al estrés, generando ansiedad, depresión y pérdida de la capacidad funcional general.
Existen tres enfoques principales para su evaluación (Villalobos y Centeno, 2018):
- pruebas neuropsicológicas
- estudios de neuroimágenes funcionales y neurofisiológicos
- evaluaciones subjetivas
Se recomienda realizar una valoración neuropsicológica antes y después del tratamiento con quimioterapia, abarcando múltiples dominios cognitivos.
Se ha observado que las alteraciones cognitivas pueden afectar diversos dominios: atención focalizada, funciones ejecutivas, velocidad de procesamiento y motora, habilidades verbales y visoespaciales, así como memoria a corto y largo plazo (Ortega, 2022).
También, se ha estudiado la aparición de cambios estructurales tras el tratamiento, como reducción de la sustancia blanca observada en neuroimágenes, o alteraciones electrofisiológicas (Hurria et al, 2007).
A través de pruebas neuropsicológicas, se ha evidenciado que la quimioterapia puede generar un deterioro cognitivo leve o moderado en un 15–50% de los/las pacientes, con una duración variable.
Algunos estudios indican que existe una tendencia a la mejoría con el tiempo. A los 18 meses del tratamiento, algunos estudios reportan que el 50% de las personas sometidas a quimioterapia mejora, mientras que el otro 50% permanece estable.
El pronóstico es variable: la alteración cognitiva puede empeorar, persistir, mejorar o estabilizarse. Entre un 14% y 85% de estos/as pacientes presenta efectos más severos y de larga duración. En general, la severidad del deterioro cognitivo es leve o moderada, y menos grave que la observada en enfermedades neurológicas como los trastornos neurodegenerativos o los accidentes cerebrovasculares.
La neurorrehabilitación desempeña un papel esencial en la recuperación cognitiva de las personas que han recibido tratamientos de quimioterapia y que experimentan la conocida “niebla mental”. Dado que estas alteraciones pueden afectar múltiples funciones, la intervención especializada permite identificar con precisión los dominios afectados y diseñar programas personalizados. Mediante estrategias de estimulación cognitiva, entrenamiento funcional y educación en compensaciones, la neurorrehabilitación contribuye a mejorar el rendimiento cognitivo, reducir la fatiga mental y favorecer la autonomía, impactando positivamente en la calidad de vida de la persona y de su entorno. Además, ofrece un espacio terapéutico donde comprender los cambios experimentados y disminuir la ansiedad asociada al deterioro cognitivo, facilitando un retorno más seguro y adaptado a las actividades de la vida diaria.
Conclusión
La evidencia actual muestra que la quimioterapia puede generar un deterioro cognitivo significativo en un porcentaje considerable de pacientes, con una evolución muy variable en el tiempo. Ante esta realidad, la evaluación neuropsicológica y la neurorrehabilitación se convierten en herramientas fundamentales para detectar, comprender y tratar estas alteraciones. Intervenir de forma temprana y multidisciplinar no solo mejora el pronóstico cognitivo, sino que también favorece el bienestar emocional y funcional de las personas que superan un cáncer, ayudándoles a reconstruir su vida con mayor seguridad, autonomía y calidad.
Referencias
- Hurria, A., Somlo, G., & Ahles, T. (2007). Renaming “chemobrain”. Cancer investigation, 25(6), 373-377.
- Myers, J. S. (2009). Chemotherapy-related cognitive impairment: neuroimaging, neuropsychological testing, and the neuropsychologist. Clinical journal of oncology nursing, 13(4), 413.
- Ortega Artiles, K. (2022). Efectos de la quimioterapia en el funcionamiento cognitivo. Universitat Oberta de Catalunya (UOC). https://hdl.handle.net/10609/146619
- Villalobos, V. U., & Centeno, G. R. (2018). Quimiocerebro¿ Una entidad desconocida?. Revista Clínica de la Escuela de Medicina de la Universidad de Costa Rica, 8(1), 1-10.

