Dependiendo del momento de la valoración, se estima que entre un 22 y un 80% de las personas que han sufrido un ictus pueden tener disfagia. Por esta razón, el Servicio de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni trabaja desde hace años en su detección y tratamiento. El Centro de Neurorrehabilitación Aita Menni en Bilbao, de hecho, dispone ya de una Unidad de Disfagia. El resto del hospital, consciente de que los trastornos de la deglución constituyen un grave problema también para otros pacientes con enfermedades neurológicas y personas mayores, intenta desarrollar estrategias para mejorar su calidad de vida.
Son numerosos los factores que intervienen en la detección de los problemas de la deglución y su tratamiento. A pesar de la utilización de espesantes de tercera generación y de otros avances, todavía resulta complicado realizar ajustes individualizados en la dieta. Pero sin duda merece la pena avanzar en este camino, por la seguridad de los pacientes y por su contribución a la mejora en la calidad de los cuidados.
Para ayudar a identificar a los pacientes que presentan riesgo de disfagia, la logopeda Marina Pascual se trasladó a Mondragón para impartir la primera sesión clínica del año 2018 del Hospital Aita Menni. La coordinadora de la Unidad de Disfagia del CENER habló sobre su experiencia en la detección y tratamiento clínico de la disfagia. Su intervención comenzó por un repaso del proceso deglutorio, que sentó las bases para dar a conocer la disfagia, sus características principales, cómo detectarla y su posterior tratamiento.
Disfagia y riesgos
Es importante reconocer a los pacientes con mayor riesgo de penetración o aspiración. La penetración consiste en la entrada del alimento por la vía respiratoria, sin que ésta alcance los pulmones. Este fenómeno en el peor de los casos podría originar un bloqueo respiratorio causando asfixia. Por otro lado si se produce una aspiración, el alimento atraviesa todos los mecanismos de seguridad de la vía aérea para alcanzar los pulmones. Aspiraciones reiteradas de gran cantidad de alimento pueden causar la muerte; los residuos pueden convertirse en bacteria y colonizar el pulmón hasta crear una neumonía. Por otro lado, las neumonías aspirativas no sólo se producen con alimentos, una incorrecta higiene oral también puede ser la consecuencia principal de la neumonía. Por tanto se debe procurar una correcta higiene bucal. “¡Al menos el cepillado nocturno!”, insistió.
Parte de la exposición se dedicó a reconocer los signos clínicos de fallo de la eficacia (incapacidad de mantener el bolo dentro de la boca (inadecuado sello labial), necesidad de hacer varias degluciones para el mismo bolo (degluciones fraccionadas), malnutrición, deshidratación, bajada de peso repentino) y los signos clínicos de la seguridad (tos en cualquier momento de la deglución -incluida tos silente-, sospecha de partículas del bolo en la faringe y/o sensación de residuo faríngeo, presencia de residuos orales en la cavidad oral una vez acabada la deglución, cambios en la voz (voz húmeda), desaturación de oxígeno (≥3%) (aspiración), penetración.
Las disfagias se clasifican según su gravedad (funcional, leve, moderada, moderadamente severa y severa) y por su localización: oral (fase oral de la deglución), orofaríngea (fases oral y faríngea) y esofágica (fase esofágica). Para el despistaje de la disfagia tenemos varias herramientas tas disponibles, entre ellas una propuesta de protocolo propio abierto a discusión que los distintos equipos están analizando para su puesta en común.
Tras explicar herramientas como EAT -10, Mini Nutritional Assesment (MNA) o la secuencia de realización del Método de Exploración Clínica Volumen-Viscosidad (MECV-V) según Pere Clavé y cols., Marina Pascual describió la propuesta de protocolo para el HAM.
¿Cómo se trata?
El tratamiento puede ser compensatorio y/o restaurativo. El tratamiento compensatorio contempla maniobras de seguridad, adaptaciones posturales y adaptación de alimentos en textura (líquido, néctar, miel, puding y sólido), volumen (cuchara pequeña, mediana, cuchara sopera, tamaño sorbo, tamaño bocado) y temperatura (frío, templado, caliente) , además de sabor, color, olor y forma. También incluye la adaptación de utensilios (ej. vasos con escotadura) y la modificación del entorno (apagar la tele para evitar distracciones, incorporar la cama, etc). El tratamiento restitutivo busca una mejora anatomofisiologica, mediante ejercicios, por ejemplo con pesas para mejorar la eficacia del sellado labial, estimulación eléctrica, eliminación de parafunciones…
El tratamiento en muchos casos es prometedor. En cualquier caso, la alimentación y su adaptación juegan uno de los papeles más importantes para garantizar la nutrición y seguridad del paciente, por este motivo Marina Pascual recomendó tener mucho ojo con estos alimentos:
– Preparados con dobles texturas: sopa con pasta, sopa de verduras, arroz caldoso, cereales con leche, leche con galletas, etc.
– Alimentos que desprendan jugos: frutas con mucho líquido como la sandía, el melón, la naranja, mandarinas, etc. Bombones rellenos, bollos rellenos, etc.
– Alimentos pegajosos: chicles, pan blando, miga del pan, caramelos, regaliz,
– Alimentos fibrosos o con filamentos: algunas carnes con nervios, frutas como la piña, vainas, etc.
– Alimentos crujientes o difíciles de ensalivar: frutos secos, cereales, pan, corteza del pan, etc.
– Alimentos que se derritan o se deshagan: helados, gelatinas, mouse fría, etc.