Un acercamiento al concepto de cognición social - 31 uztaila, 2018
Escrito por:
Olga Rusu, neuropsicóloga. Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni
José Ignacio Quemada, psiquiatra. Responsable de la Red Menni de Daño Cerebral
En neuropsicología clínica se han definido procesos cognitivos que explican distintos aspectos del funcionamiento psíquico de los seres humanos. El lenguaje, la atención y la memoria son los tres grupos de procesos que cuentan con modelos desde hace más tiempo, y están por tanto más asentados. La necesidad de ir explicando un mayor número de conductas ha empujado a la generación de conceptos más complejos. Así se desarrolló el concepto de funciones ejecutivas y se incorporaron a este concepto la iniciación de la acción, la planificación, el seguimiento de la secuencia y la evaluación y corrección de las acciones. Algo similar está ocurriendo en los últimos años con el concepto de cognición social, empujado por la necesidad de explicar los cambios en la conducta social de pacientes con distintos tipos de trastornos neuropsiquiátricos: traumas craneales, demencias, esquizofrenias, etc. Este artículo tiene una pretensión divulgativa con respecto a este importante grupo de procesos.
¿Qué es la cognición social?
Dicho de manera concisa, la cognición social se refiere al conjunto de procesos u operaciones mentales que subyacen a las interacciones sociales. Mediante estas operaciones conseguimos percibir, interpretar, analizar, recordar y generar respuestas ante las intenciones, emociones y comportamientos de otras personas. Implica una clara referencia a cómo pensamos acerca de nosotros mismos y de los demás, a cómo damos sentido a esa información generando respuestas en el marco de las relaciones sociales e interpersonales.
La cognición social es la forma en que gestionamos la información social que recibimos y experimentamos cada día, que a su vez guía nuestros pensamientos y conductas en las interacciones sociales posteriores. Es un proceso de aprendizaje continuo, la información es captada por nuestros sentidos, interpretada y teñida por nuestras emociones, y posteriormente almacenada en nuestra memoria. Procedamos a revisar las principales propuestas acerca de qué procesos están incluidos en el concepto de cognición social.
Modelos explicativos
La revisión de la literatura permite comprobar que la cognición social es un ‘concepto paraguas’, bajo el cual los componentes van siendo organizados según distintos modelos explicativos. Uno de los debates no resueltos es en qué medida la conducta social y los procesos subyacentes dependen en realidad de los procesos cognitivos más clásicos (atención, memoria, funciones ejecutivas) o si por el contrario son procesos independientes. No abordaremos en este artículo ese debate, si no que nos centraremos en los modelos expresamente propuestos para entender la cognición social.
Los autores que trabajan en la investigación en esquizofrenia han sido especialmente activos en la formulación de los dominios considerados clave; distinguen así cinco grupos de procesos: teoría de la mente (TOM), percepción social, conocimiento social, sesgo atribucional y procesamiento de emociones. A continuación definiremos cada uno de esos dominios.
La Teoría de la Mente es la habilidad que tenemos para reconocer que otros individuos poseen un estado mental que podría ser distinto al propio; es la capacidad para intuir el punto de vista del otro (“sé lo que sabes”) y hacernos una idea de su estado emocional (“adivino lo que sientes”). Dicho de un modo más sencillo, es la habilidad de “leer la mente” e incorporar ese conocimiento a la génesis de nuestros comportamientos. Conductas como la compasión o la solidaridad no se pueden entender sin el concurso de esta capacidad para dejarnos influir por el contenido mental de otras personas, por su sufrimiento, por sus anhelos o por su hostilidad.
- La percepción social es la capacidad para identificar roles, reglas y contexto social, basándose fundamentalmente en procesos perceptivos que nos dirigen la atención hacia las señales sociales clave (pistas verbales y no verbales) y nos ayudan a interpretar adecuadamente las situaciones. Por ejemplo, una adecuada capacidad de percepción social nos permite inferir si estamos envueltos en una situación de intimidad o en una situación formal.
- El conocimiento social se refiere a la conciencia y conocimiento que tienen las personas de los roles, reglas y objetivos que caracterizan una situación social. Es lo que nos ayuda a saber cómo actuar y cuál es nuestro rol en un determinada situación (por ejemplo saber cómo actuar en una biblioteca, en la consulta de un médico o en un restaurante). Estos dos procesos, percepción y conocimiento social están muy ligados.
- El sesgo atribucional es el proceso psíquico por el que las personas atribuimos causalidades a los eventos que nos acontecen, ya sean positivos o negativos. Las personas tendemos a hacer atribuciones internas o externas. Las atribuciones internas son aquellas en las que las causas de los eventos se buscan dentro de uno mismo; por el contrario hablamos de atribuciones externas cuando las causas se atribuyen a circunstancias ajenas a la persona. Este dominio se estudia habitualmente dentro del concepto de personalidad, ya que las atribuciones que realizamos están sujetas al conjunto de características que nos definen. Por ejemplo, una persona narcisista generalmente tiende a atribuirse a sí misma los éxitos (atribución interna), mientras que los fracasos los atribuirá a las circunstancias (atribución externa). Una persona paranoide tenderá a buscar atribuciones externas de manera particularmente activa.
- El procesamiento emocional es la capacidad de percibir, reconocer y entender las emociones propias y ajenas a partir de la información de la expresión facial, del tono de la voz, la postura corporal, los gestos, etc. A su vez, este dominio está formado por cuatro componentes: identificación de las emociones, facilitación emocional (crear emociones e integrar los sentimientos en la forma de pensar, de forma que las emociones faciliten el pensamiento), comprensión emocional (la causa de las emociones) y manejo emocional (regulación de las emociones). Dada la complejidad conceptual del mundo emocional, el capítulo del procesamiento emocional será abordado en el futuro en un artículo independiente.
Otros autores han conceptualizado la cognición social de manera diferente. Frith y Frith (2010) propusieron la existencia de dos sistemas que subyacen a la cognición social: un sistema de mentalización y otro sistema de espejo. El sistema de mentalización, o también llamado cognición social fría, capacita a las personas para inferir de manera racional las perspectivas de otras personas, lo que los demás quieren, piensan, conocen y sienten, sin llegar a participar afectivamente. Por otro lado, el sistema de espejo o cognición social caliente habilita a las personas para entender los sentimientos de los demás y empatizar con ellos. Esta capacidad nos faculta para contagiarnos de las emociones del otro, algo que ocurre de manera muy clara cuando se suscita la compasión, y que está ausente en las personas psicopáticas que pueden actuar en ausencia completa de empatía.
Los dos modelos anteriormente explicados describen procesos similares. La cognición social fría sería el equivalente de la Teoría de la Mente, ya que los dos términos hablan de hacer inferencias sólo a nivel racional, sin implicaciones emocionales. Por la misma razón, otros conceptos que también encajarían dentro del sistema frío serían la percepción y el conocimiento social, aunque no están explícitamente mencionados en el modelo de Frith y Frith. Dentro de la cognición social caliente podemos incluir la mayor parte del procesamiento emocional, ciertamente la facilitación y la regulación emocional, y la propia empatía. El único elemento del primer modelo explicativo que no tiene una ubicación clara dentro de los sistemas frío o caliente, es el sesgo atribucional. Esta diferencia entre procesos fríos y calientes, racionales y emocionales, ha llegado también a la conceptualización de la empatía en la que se han diferenciado estos dos tipos de componentes. En qué medida es correcta esta separación entre procesos racionales y emocionales es una cuestión abierta a debate, como en realidad lo es la propia definición de los criterios para diferenciar categorías de procesos psíquicos.
¿Para qué sirve la cognición social?
Cuando interactuamos con los demás, conocer lo que otras personas piensan o sienten constituye una enorme ventaja para desenvolvernos correctamente y para crear vínculos que favorezcan nuestro bienestar y supervivencia. Gracias a un buen funcionamiento de la cognición social somos capaces de intuir si en una situación determinada una persona se ha podido sentir triste o alegre, ponernos en su lugar, saber si le hemos molestado, si se siente atraída y anticipar qué puede estar pensando o cómo reaccionará ante algo que queremos decir o hacer. Por el contrario, los déficits en la cognición social pueden ser un ingrediente clave en las relaciones interpersonales precarias, o en casos más graves, en un deterioro global del funcionamiento social.
En nuestro ámbito, la rehabilitación del daño cerebral, como profesionales de la psicología y de la psiquiatría, comprender la afirmación de un familiar de la persona afectada por un trauma craneal que dice que “ya no es el misma” es un prerrequisito para intervenir eficazmente. Estos cambios de personalidad y de conducta social generan mucho sufrimiento en pacientes y familiares y nuestra tarea es reconocerlos, explicarlos y diseñar formas de intervención que traten o alivien estos cambios. Este pequeño artículo quiere contribuir a la labor psicoeducativa en la que todos los profesionales de la Red Menni de Daño Cerebral de Hermanas Hospitalarias estamos también implicados.