La importancia de la neuropsicología en los niños con espasticidad - 19 abendua, 2023
Autora: Beatriz Gavilán Agustí
Neuropsicóloga
Unidad de Rehabilitación Infantil, Hospital Beata María Ana (Madrid)
En este artículo, escrito a solicitud de la página web de Convives con espasticidad, vamos a hablar de la importancia de la neuropsicología para “aprovecharla” y superar los posibles déficits neuropsicológicos que pueden tener los niños con espasticidad.
Sabemos que cuando hay un daño cerebral este puede provocar alteraciones motoras y sensoriales, déficits cognitivos y en la comunicación, así como alteraciones conductuales y emocionales.
Debemos tener en cuenta, que, en los niños, el sistema nervioso central (SNC) se encuentra en desarrollo; esto hará que el impacto de ese daño tenga consecuencias diferentes a las que puedan darse en un adulto.
El desarrollo completo del SNC dura hasta los 20 años aproximadamente. De esta forma, la existencia de un daño durante este proceso puede condicionar el desarrollo de las habilidades, siendo por lo tanto de mayor importancia si este sucede a una menor edad (primeros años de vida) debido a que todavía quedan habilidades por emerger y completar su desarrollo. Por otro lado, contamos con una mayor plasticidad, lo que sin duda confiere al cerebro infantil de una enorme capacidad de preservar las funciones tras un daño severo. De esta forma, el perfil neuropsicológico, es decir, su situación a nivel cognitivo, conductual y emocional no va a ser estable, variando así a lo largo del desarrollo del niño dado que no sabemos cómo ira realizando los aprendizajes después del daño sufrido
Por todo ello, se precisa de profesionales especialmente formados en desarrollo y patología neurológica pediátrica, que cuenten con todos estos aspectos y puedan hacer las valoraciones pertinentes durante todo este proceso. En el caso especifico de la neuropsicología, para poder establecer las necesidades reales de niños y niñas, será necesario realizar evaluaciones que nos informen de cómo está siendo su desarrollo para poder así establecer la existencia de déficits y el momento en el que es necesario comenzar una intervención.
Así, dicha exploración se convierte en la base y guía del proceso de intervención, estableciendo el perfil del niño, no solo con sus puntos débiles sino también con sus puntos fuertes, e informándonos sobre la existencia de un retraso madurativo o de una alteración funcional en el sistema nervioso central. Del mismo modo, este perfil va a permitir al entorno del niño (familia y colegio) saber a qué son debidas las dificultades que observan en su día a día, pudiendo así establecer unas expectativas adecuadas sobre las exigencias razonables en cada caso, y evitar falsas atribuciones sobre su conducta. En numerosas ocasiones permite realizar un pronóstico sobre el curso de la evolución del niño.
¿Y cuáles son esas dificultades que la familia o el entorno ven en el día a día y que llevan a pedir una consulta neuropsicológica?:
- Dificultades para el aprendizaje que pueden ir desde ligeras a graves (pueden mostrar un ritmo más lento o dificultades para adquirir conocimientos en una materia específica o en todas).
- Alteraciones conductuales como por ejemplo puede costarles adecuar su comportamiento a diferentes situaciones mostrándose impulsivos y rígidos o con falta de iniciativa.
- Dificultades para establecer relaciones sociales con iguales: se muestran más infantiles, les cuesta entender las reacciones de los demás…
- Problemas emocionales como inmadurez, baja autoestima, desmotivación…
- Déficit cognitivos específicos (en atención, memoria, lenguaje…) dando lugar, en muchos casos, al desconcierto de su entorno dado que hay algunas cosas que realiza correctamente frente a otras que le cuesta mucho o que realmente presenta importantes dificultades.
- Trabajo pobre, descuidado y desorganizado…etc.
- Dificultades para llevar a cabo actividades de la vida diaria más allá de las ocasionadas por sus dificultades motoras como puede ser ducharse, vestirse, manejo del dinero…
Este último punto merece una mención especial por ser frecuente en niños con espasticidad, aun en los casos en los que las habilidades motoras mejoran puede haber actividades más complejas (la ducha, vestirse, desplazarse…) en las que aún presentan importantes dificultades. En muchos de estos casos, la razón es debida a alteraciones neuropsicológicas, como pueden ser déficits atencionales, en habilidades visoperceptivas o en el funcionamiento ejecutivo (planificación, monitorización…), entre otras. Por ejemplo, para estos pequeños, muchos actos motores requieren de una elevada concentración para que se puedan realizar, por lo que si falla la capacidad atencional del niño, la ejecución del movimiento estará condicionada. Pongamos un ejemplo: Los niños para poder caminar necesitan de muchas habilidades más allá de las motoras entre ellas: la capacidad de planificar el movimiento (planificación motora), habilidades visuoespaciales que les permitirán calcular las distancias y no chocarse con los objetivos, y una buena capacidad de atención que les permitan estar alerta de los movimientos que tienen que realizar, los obstáculos que deben saltar y unas buenas habilidades ejecutivas que les permitan “comprobar” que están dando los pasos correctos para lograr su objetivo. Sobre éstas y otras habilidades que se pueden ver comprometidas por el daño cerebral, es sobre las que trabajan los neuropsicologos..
La neuroplasticidad cerebral permite mejorar las habilidades de los niños y de los adultos. Una evaluación correcta, un diagnostico precoz, y un tratamiento adecuado resultan claves para ambas poblaciones y las dos pueden presentar mejoría. Sin embargo, en los niños, donde a priori hay más facilidad para que las partes no dañadas del cerebro asuman las funciones de las que sí presentan una lesión, al crearse nuevas conexiones neuronales y mejorar la autonomía en las actividades de la vida diaria, es donde probablemente se conozca menos la función del neuropsicólogo.
Para más información: Guía para personas que conviven con la Espasticidad