Entrenamiento de alta intensidad a intervalos después de un ictus - 27 apirila, 2020
Aunque todavía queda mucho por comprender, el entrenamiento a intervalos de alta intensidad parece perfilarse como una herramienta que conviene añadir al abanico de abordajes terapéuticos para las personas que han sufrido un ictus. Se podría implantar desde las etapas agudas, siempre y cuando se tengan en cuenta las contraindicaciones, limitaciones y capacidades de cada individuo. Todo parece indicar que obtiene mejores resultados que el de intensidad moderada en la recuperación de capacidades para la deambulación.
Autora:
Oihane Elkorobarrutia, fisioterapeuta
Centro de Neurorrehabilitación Aita Menni (Bilbao)
La actividad física después de un ictus ha demostrado ser altamente beneficiosa y necesaria para la recuperación de las personas que han sufrido este accidente cerebrovascular. La guía de buenas prácticas basadas en la evidencia AEROBICS (Aerobic Exercise Recommendations to Optimize Best practices In Care After Stroke) publicada en el 2013 recoge toda la evidencia científica que justifica su uso. En el 2013 aún no había estudios en cuanto a los efectos del ejercicio en función de su intensidad. En los últimos años, en cambio, esa ha sido una de las preguntas que los investigadores han querido responder.
En 2019 se publicó una revisión de la guía AEROBICS que añade la evidencia recogida entre el 2012 y el 2018; en ella se da respuesta a, entre otras, las siguientes preguntas:
- ¿Qué personas que han sufrido un ictus pueden participar en un programa de actividad física?: todas las personas que han sufrido un ictus.
- ¿Cuándo se puede iniciar un programa de actividad física?: cuando la persona esté clínicamente estable y después de una evaluación de su capacidad cardiaca y respiratoria. Es importante analizar si existen otras contraindicaciones.
- ¿Qué tipo de ejercicio se recomienda?: cualquier tipo de ejercicio que active mucha masa muscular durante periodos prolongados.
- ¿Durante cuánto tiempo hay que hacer ejercicio?: es necesario realizar un programa de una duración mínima de 8 semanas para obtener resultados. Para mantener estos resultados es necesario continuar con la actividad física de forma indefinida.
- ¿Con qué frecuencia?: un mínimo de 3 días a la semana en sesiones de mínimo 20 minutos dependiendo de la intensidad.
- ¿Con qué intensidad?: la intensidad se ha de adecuar a las condiciones individuales de cada participante. Es necesario incrementar la intensidad de forma progresiva para evitar efectos adversos.
Una vez respondidas estas preguntas sobre el ejercicio físico en general, entremos más a fondo en el tema de este artículo, el entrenamiento de alta intensidad. Dentro de los tipos de actividad física, el entrenamiento a intervalos de alta intensidad se ha puesto de “moda”, todo gimnasio que se precie ofrece clases de HIIT, pero antes de elegir esta opción para personas con ictus repasemos qué dicen los estudios más recientes al respecto.
¿Qué es?
El entrenamiento de alta intensidad a intervalos o HIIT en siglas inglesas (High Intensity Interval Training) consiste en breves intervalos de ejercicio a máxima intensidad intercalados por cortos periodos de descanso o baja intensidad.
Este tipo de entrenamiento ha demostrado ser beneficioso para personas con problemas cardiovasculares, respiratorios y metabólicos. A pesar de ello, no todas las personas son candidatas a realizarlo y es necesario hacerlo de forma controlada para evitar efectos adversos.
En los estudios que se han realizado con personas que han sufrido un ictus se controlaba que los pacientes no tuvieran patología cardiaca y la intensidad máxima oscilaba entre el 70% y el 85% de la Frecuencia Cardiaca máxima (Fcmax). En aquellos estudios que utilizaron la velocidad máxima de marcha, esta la situaron en la velocidad máxima que una persona puede alcanzar sin riesgo de caída ni ayuda del terapeuta.
¿Es seguro realizar un entrenamiento de alta intensidad en personas que han sufrido un ictus?
En la revisión sistemática y metaanálisis publicada el pasado 2019 por el equipo de Luo L. se analizaron 17 estudios publicados en los años anteriores que cumplían con los criterios de fiabilidad científica para poder sacar conclusiones reales. Los estudios incluidos en el análisis tenían una muestra significativa, grupo control y análisis estadísticos conformes a la evidencia científica. En esta revisión concluyeron que el entrenamiento de alta intensidad no provoca efectos adversos y que demuestra una diferencia significativa respecto al entrenamiento de intensidad moderada en cuanto a mejora de la resistencia cardiovascular y capacidad respiratoria.
Pero, ¿estas mejoras se mantienen en el tiempo? En otro estudio publicado este mismo año por Gjellesvik et al. (2020) estudiaron los mismos efectos antes del entrenamiento, después y al cabo de 8 semanas de terminarlo. Justo después del programa de entrenamiento comprobaron que efectivamente existen mejoras significativas en resistencia y capacidad pulmonar, pero que no se mantenían después de 8 semanas. ¿Qué quiere decir esto? Que los efectos de la actividad física se conservan mientras se haga actividad física, tal y como lo recoge la guía AEROBICS. Parece que aquello de “el que tuvo, retuvo” no es tan cierto al fin y al cabo.
Tenemos claro en este punto que el HIIT es una herramienta segura y beneficiosa en cuanto a capacidad pulmonar y resistencia cardiaca. Pero las personas que han tenido un ictus necesitan de otras mejoras para recuperar su autonomía personal, por lo tanto, la siguiente pregunta es…
¿Puede el HIIT ayudar a recuperar funciones motoras?
La recuperación de la marcha es uno de los objetivos principales de cualquier programa de rehabilitación. Las personas que han sufrido un ictus suelen presentar déficits en activación muscular, estabilidad, sensibilidad, etc. El control neuromuscular está alterado, lo que genera patrones compensatorios de movimiento. Después de un ictus se considera recuperación aquellos movimientos con un patrón normal, y compensación aquellos que no responden a patrones normalizados de activación muscular. El planteamiento de los programas rehabilitadores puede ir enfocado a buscar la recuperación, por tanto, la calidad del movimiento o patrones de activación normalizados, o puede ir enfocado a recuperar cantidad de movimiento sin dar demasiada importancia a si estos movimientos son compensatorios o no.
En un estudio de Ardestani, M. et al (2019) se hicieron esta misma pregunta y diseñaron un estudio para evaluar los patrones de movimiento después de un entrenamiento HIIT. Eligieron la cantidad de movimiento sin dar importancia a la calidad del patrón de movimiento. Entre los resultados comprobaron que los pacientes obtenían una ganancia de fuerza concéntrica y excéntrica bilateral y que los patrones neuromusculares se hacían más complejos, acercándose a los patrones normalizados.
Boyne P. et al. se plantearon si diferentes intensidades provocarían diferentes resultados, y a primeros de 2020 publicaron un estudio comparando 2 tipos de entrenamiento: HIIT de intervalos cortos (30-60 segundos) y HIIT de intervalos largos (4-3 minutos). Ambos grupos realizaron en total 20 minutos de cinta de marcha en cada sesión. En los resultados vieron que el grupo de HIIT de intervalos cortos consiguió una velocidad de marcha significativamente mayor tanto en la cinta como fuera de ella respecto al grupo HIIT de intervalos largos. El grupo HIIT de intervalos largos, en cambio, consiguió mejores resultados en cuanto a la capacidad aeróbica.
Aunque la recomendación de la guía AEROBICS es iniciar la actividad física una vez la persona esté clínicamente estable, los estudios de HIIT hasta esa fecha (2018) se habían realizado en personas que habían sufrido un ictus como mínimo 3 meses antes.
Moore, J.L. et al. (2020) se animaron a comparar el entrenamiento HIIT con un programa tradicional de rehabilitación en personas que habían sufrido un ictus menos de 2 meses antes del estudio, y compararon la velocidad de la marcha,fuerza muscular y equilibrio antes, justo después y al cabo de 2 años de hacer los programas de rehabilitación. Concluyeron que el HIIT es una intervención segura, a la semana evidenciaron diferencias significativas en el grupo HIIT respecto fuerza y velocidad de marcha, y no había diferencias en equilibrio a pesar de que este grupo no lo había trabajado específicamente. Estos resultados se mantenían a las 3 semanas, pero al cabo de 2 años la distancia entre los dos grupos se redujo (midieron número pasos al día de ambos grupos).
Conclusión
Teniendo en cuenta la evidencia científica disponible, se puede afirmar que el entrenamiento a intervalos de alta intensidad es un herramienta segura para la recuperación de las personas que han sufrido un ictus, e incluso se podría implantar desde las etapas agudas siempre y cuando se tengan en cuenta las contraindicaciones, limitaciones y capacidades de cada individuo para establecer un programa adecuado.
Los beneficios de los programas de actividad física se ven reducidos tiempo después de finalizar el tratamiento. Es lógico pensar que cuanto mayor sea la recuperación precoz, mayor capacidad para obtener una autonomía física que se mantenga en el tiempo, y la evidencia científica así lo corrobora. Pero parece también cierto, que es necesario mantener indefinidamente un hábito de actividad física para que las mejoras obtenidas no mermen con el paso de los años.
Todo parece indicar que el entrenamiento de alta intensidad obtiene mejores resultados que el de intensidad moderada en la recuperación de capacidades para la deambulación. En este sentido, Boyne P. et al. (2020) realizaron análisis de sangre en 3 grupos (HIIT-cinta de marcha, HIIT-stepper e Intensidad moderada-cinta de marcha) después del entrenamiento para comprobar las diferencias en presencia de moléculas relacionadas con la neuroplasticidad y determinaron que éstas están mucho más presentes en los grupos de alta intensidad.
Aún queda mucho por comprender, pero el entrenamiento a intervalos de alta intensidad parece una herramienta necesaria a añadir en el abanico de abordajes terapéuticos para las personas que han sufrido un ictus.
Bibliografía:
- Mackay-Lyons, M.,Macko, R., Eng, J. et al. (2013). Aerobics Exercise Recomendations to Optimize Best Practices in Care after Stroke. Canadian Institutes of Health Research
- Mackay-Lyons, M., Billiger, S.AA., Eng, J. et al. (2019). Aerobics Exercise Recomendations to Optimize Best Practices in Care After Stroke: AEROBICS 2019 Update. Physical Therapy.
- Luo, L., Meng, H., Wang, Z. et al. (2019). Effect os high-intesity exercise on cardiorespiratory fitness in stroke survivors: a systematic review and meta-analysis. Annals of Physical and Rehabilitation Medicine.
- Gjellesvik, T. I., Becker, F., Tjønna, A. E., et al. (2020). Effects of high-intensity interval trining fter stroke (The HIIT-Stroke study) – A multicenter randomized controlled trial. Archives of Physical Medicine and Rehabilitation.
- Ardestani, M. M., Kinnaird, C. R., Henderson, C. E., et al. (2018). Compensation or Recovery? Altered kinetics and neuromuscular synergies following high-intensity stepping training poststroke. Neurorehabilitation and Neural Repair.
- Boyne, P., Scholl, V., Doren, S., et al. (2020). Locomotor training intensity after stroke: Effects of interval type and mode. Topics in Stroke Rehabilitation.
- Moore, J. L., Nordvik, J. E., Erichen, A., et al. (2019). Implementation of high-intensity stepping training during inpatient stroke rehabilitation improves functional outcomes.
- Boyne, P., Meyrose, C., Westover, J., et al. (2020). Effects of exercise intensity on acute circulating molecular responses poststroke. Neurorehabilitation and Neural Repair.