Long covid y sus consecuencias en el funcionamiento cognitivo - 19 abendua, 2023
Escrito por:
Ane Iturrate Goikoetxea, neuropsicóloga de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital Aita Menni
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¿Qué es la covid persistente?
Poco después de que debutara la epidemia del covid-19 se puso de manifiesto que un grupo de personas que habían tenido la infección tenían síntomas que persistían en el tiempo. La comunidad científica trata desde entonces de organizar el conocimiento en torno a esta problemática. Estamos en fase de recogida de información de este gran experimento natural, y de forma paralela se van nombrando los problemas. Estos síntomas post-covid han sido conocidos de diversas maneras: el término long covid incluye tanto síntomas que persisten como síntomas que aparecen de novo tras la infección, sin embargo, el término covid persistente pone el énfasis en la no desaparición de algunos de los síntomas que estuvieron presentes en la infección. En octubre de 2021 la OMS acuñó el término “afección post-covid” incluyendo tanto los síntomas que persisten como aquellos de nueva aparición. En la literatura nos encontramos de momento cualquiera de estos términos.
Esta condición se produce en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por el SARS-CoV-2, generalmente tres meses después de la aparición de la covid-19, con síntomas que duran al menos dos meses y que no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo. En los adultos, los síntomas más comunes son la fatiga, la dificultad para respirar y la disfunción cognitiva.
En ausencia de un registro nacional de pacientes long covid, el último informe de expertos, estima que el 15, 2% de las personas con infección sintomática desarrollan la long covid, eso significa más de un millón de personas en España. La aparición de la enfermedad parece ser independiente de la gravedad de la infección en la fase inicial, por lo que puede afectar tanto a pacientes leves, moderados como a severos. Aunque esta enfermedad pueda incluir personas de cualquier edad y género, el 80% de los pacientes con covid persistente son mujeres, la mayoría en edad laboral (edad media de 43 años) y sin problemas de salud previos. La sintomatología que presenta este colectivo es muy amplia y heterogénea; se han llegado a describir 201 síntomas.
¿Cuáles son los mecanismos de producción de la covid persistente?
La razón por la que se desarrollan alteraciones en el sistema nervioso central (SNC) en esta enfermedad aún no es clara, existen varias teorías sobre los mecanismos causales:
- El estado inflamatorio crónico, ya que se observan niveles altos y anómalos de inflamación, la llamada “tormenta de citoquinas”, entre las personas afectadas.
- El contacto directo y la persistencia del virus en el organismo, originando una infección latente o crónica. Se ha detectado la existencia del SARS-CoV-2 en diversos órganos, incluyendo entre ellos el cerebro 230 días después de la infección.
- El trastorno de la inmunidad, causado por una respuesta exagerada del sistema inmune ante la presencia del virus.
- La deficiencia de oxígeno en el cerebro (hipoxia), a causa de los síntomas respiratorios sufridos en la fase aguda de la infección.
El virus entra en el SNC a través del bulbo olfatorio, el cual mantiene conexiones con diferentes áreas relacionadas con la cognición y las emociones. Un número creciente de estudios demuestran alteraciones a nivel cerebral relacionados con la long covid. Se han observado cambios estructurales, mostrando una ligera reducción (0,2-2%) del tamaño general del cerebro y una pérdida de materia gris en las áreas olfativas y en regiones vinculadas a la memoria en las personas infectadas, en comparación con los cerebros de las personas que no habían sido infectadas. Otros hallazgos preliminares refuerzan los cambios en la conectividad funcional, mostrando una hipoconectividad entre el área parahipocampal izquierda y derecha, y entre el área bilateral órbito-frontal y el cerebelo. Además, se ha constatado un hipometabolismo en ciertas áreas cerebrales en las personas afectadas. Algunos estudios son claros acerca de la relación entre el daño neurológico y el posterior deterioro cognitivo que se explica a continuación en dicho colectivo.
¿Qué tipo de déficit psicológico y cognitivo provoca la covid persistente?
Las consecuencias neuropsicológicas en la long covid abarcan una amplia sintomatología que incluye tanto déficits cognitivos como alteraciones psicopatológicas. Entre estas últimas destacan los síntomas ansioso-depresivos y los trastornos del sueño, probablemente causados por múltiples factores relacionados con la pandemia en general y la enfermedad en particular.
En cuanto a la disfunción cognitiva, se estima que más de la mitad de las personas que padecen esta enfermedad (54-65%) presentan deterioro cognitivo post-infección. Se ha acuñado el término brain fog (neblina mental) para describir las quejas cognitivas comunes entre las personas con long covid, como son las dificultades para concentrarse, pensar y razonar, recordar cosas, procesar información y hablar.
En la mayoría de los estudios se constata una correlación positiva entre las quejas cognitivas subjetivas que describen los pacientes y el deterioro cognitivo medido con pruebas estandarizadas. Así mismo, las quejas cognitivas subjetivas también se correlacionan con el estado emocional.
La literatura actual postula el impacto multidominio a nivel cognitivo de la long covid, esto significa que múltiples funciones cognitivas se ven afectadas, pudiendo variar el grado de severidad en cada una de ellas. En este colectivo predominan los déficits atencionales, incluyendo el enlentecimiento en el procesamiento de la información, así como las dificultades mnésicas y ejecutivas. En menor medida, nos encontramos con perfiles cognitivos más concretos, con afectación de un único dominio, generando exclusivamente dificultades atencionales.
La fatiga es uno de los síntomas más frecuentes en esta enfermedad; se describe como una abrumadora sensación de cansancio físico y mental, y está presente en el 41,4% de los pacientes. Los niveles de fatiga son muy fluctuantes, pueden variar de una semana a otra, de un día a otro, incluso de una hora a otra, generando dificultades para gestionar el día a día e influyendo en la motivación y en el estado anímico y cognitivo de las personas que lo sufren. Este síntoma llega a ser muy incapacitante y es responsable por sí mismo de una gran pérdida de la calidad de vida de las personas afectadas.
Se necesita una perspectiva temporal más larga de la que ahora disponemos para saber cómo va a ser la evolución a largo plazo de estas secuelas. De momento, la presencia de estos trastornos cognitivos y psicopatológicos ha puesto en alerta a los profesionales de la salud mental que tenemos experiencia en la valoración de personas con lesiones cerebrales. Los pacientes, en su búsqueda de ayuda y de respuestas, están encontrando en la neuropsicología una disciplina que dispone de herramientas para describir y cuantificar algunas de las secuelas más incapacitantes. En este encuentro entre pacientes y profesionales estamos interviniendo con las herramientas terapéuticas propias de la neuropsicología clínica. Ese tipo de intervención incluye la planificación de modificaciones del entorno, tales como la eliminación de distractores, la simplificación de actividades, y la definición de objetivos acordes a las capacidades. También la incorporación de ayudas externas para la memoria (en el móvil, en los calendarios o en pizarras en casa) puede ser de utilidad. Los ejercicios restauradores habrá que calibrarlos teniendo en cuenta la resistencia a la fatiga, ya que no queremos consumir una energía muy limitada sólo en el ejercicio restaurador.