Percepción de emociones en caras tras el ictus - 19 December, 2023
Escrito por: Eduardo González Fraile
Psicólogo investigador
Instituto de Investigaciones Psiquiátricas de Hermanas Hospitalarias
Nuestro rostro nos aporta identidad como sujetos únicos y nos permite comunicarnos a nivel emocional. A través de él podemos modificar nuestra expresión y comunicar así nuestro estado emocional. La expresión y reconocimiento de emociones tiene un rol fundamental en la manera de percibir e interactuar con el entorno y supone un poderosos incentivador y modulador de nuestra conducta. Igualmente, el reconocimiento de emociones define parte de nuestra habilidad emocional.
Se estima que entre un 10-40% de los pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular (ACV) grave manifiestan importantes dificultades a la hora de reconocer expresiones faciales en las personas de su entorno. Esta afectación puede tener consecuencias muy importantes en el funcionamiento social de nuestros pacientes. Establecer una conversación cara a cara sin ser capaces de reconocer las expresiones faciales de la otra persona, o su significado, supone una pérdida importante de información. Así, el sujeto no será capaz de interpretar el estado emocional de otra persona, no podrá empatizar con ella o no preverá sus posibles reacciones. Otras veces las expresiones se confundirán con estados emocionales opuestos a los expresados, y como consecuencia se producirá una comunicación deficitaria, a veces contradictoria para el paciente y donde las respuestas de ambas partes podrán ser mal interpretadas o desajustadas.
Lamentablemente, esta afectación suele tener un pronóstico negativo y mantenido en el tiempo. El paciente y su entorno entran en un círculo vicioso que rara vez se percibe. Las relaciones sociales (familiares, laborales, de pareja) suelen deteriorarse de manera significativa, el sujeto sufre aislamiento, aumenta el riesgo de padecer alteraciones afectivas (depresión, ansiedad,…,etc.) y conductuales (irritabilidad y agresividad), lo cual no hace más que reducir sus oportunidades de interacción social y limita significativamente la disponibilidad de apoyos.
Las causas de estas dificultades sociales suelen ser complejas y en ellas se incluye una variedad de factores internos tales como aspectos cognitivos (déficits en la atención, la memoria, la velocidad de procesamiento,…,etc.), emocionales (apatía, reducción de interés) y físicos.
El reconocimiento de emociones en caras ha sido muy poco estudiado en este campo si lo comparamos con otras patologías como el Trastorno Mental Grave (TMG), problemas del desarrollo, autismo, o Trastornos de Atención (TDA). En el caso de los ictus, su estudio es aún muy reciente y los hallazgos son aún mixtos. No obstante, podemos incorporar los hallazgos encontrados en otras áreas, anteriormente mencionadas, como una base importante para futuros desarrollos evaluativos y de intervención.
Procesamiento emocional
Si atendemos a la clasificación que se utiliza en esquizofrenia, el reconocimiento de emociones en caras es una parte de un constructo más amplio denominado “procesamiento emocional”. El procesamiento emocional es la habilidad para percibir, reconocer y utilizar información de tipo emocional. Esta información puede ser obtenida de cuatro fuentes diferentes: las expresiones faciales, la postura corporal, el contenido léxico y los aspectos prosódicos (entonación). Diferentes estudios han demostrado la relación existente entre un mal procesamiento emocional y un bajo ajuste social. Es frecuente que las personas que manifiestan dificultades a la hora de reconocer expresiones faciales, presenten también problemas en el reconocimiento emocional de posturas, aspectos léxicos o prosódicos.
El procesamiento de emociones es una parte de un constructo más amplio que se denomina “cognición social” y que se ha definido como los procesos y funciones que permiten a una persona entender, actuar en y beneficiarse de las interacciones con los demás. Se han propuesto cuatro dominios que integran la cognición social: el procesamiento emocional, la teoría de la mente, el estilo atribucional y la percepción social. El procesamiento emocional, como hemos dicho, se refiere a la capacidad de percibir, entender y manejar de manera adecuada la información emocional, tanto en uno mismo como en los demás. La teoría de la mente se define como la capacidad de representar los estados mentales de otras personas, como sus pensamientos, creencias e intenciones, y tenerlos en cuenta para explicar y predecir su conducta. Por su parte, el estilo atribucional hace referencia al modo en que las personas explican los acontecimientos positivos y negativos que les suceden. Por último, la percepción social implica la valoración y comprensión de las reglas y roles sociales que se dan en las situaciones sociales, y la capacidad de adecuar el propio comportamiento en función de estos elementos. Nuevamente, es frecuente que los pacientes que han sufrido un ictus presenten alteraciones en uno o varios de estos dominios, de lo que se deriva que son capacidades íntimamente relacionadas.
A pesar del aun escaso estudio de este problema en el campo del daño cerebral adquirido, y de la alta heterogeneidad con respecto a la propia lesión, existen tres hipótesis ampliamente avaladas por la evidencia científica. La hipótesis de la valencia emocional, por la cual se indica que las emociones que peor se discriminan son las negativas, especialmente la emoción del miedo. La hipótesis de género, que nos advierte de la menor incidencia de estas dificultades en pacientes de sexo femenino. Dicha hipótesis se sustenta en datos de población normal en el que las mujeres presentan una mayor capacidad en el reconocimiento de emociones. Dicha ventaja podría proteger a la paciente y reducir los efectos de la lesión. Finalmente nos encontramos la hipótesis hemisférica que refiere la localización de las emociones en el hemisferio derecho. De tal forma que los pacientes cuya lesión esté localizada en ese hemisferio presentaran una mayor probabilidad de presentar dificultades en el reconocimiento de emociones.
Estudio REI de reconocimiento de emociones en caras en pacientes con ictus
Como consecuencia del interés en el estudio de este fenómeno, se decidió llevar a cabo un estudio piloto de carácter transversal y exploratorio en el que se reclutaron 51 pacientes de la Unidad de Daño Cerebral (UDC) del Hospital Aita Menni (Arrasate- Mondragón). Los sujetos fueron evaluados mediante la prueba de evaluación de reconocimiento de emociones (PERE) desarrollada por el equipo del Dr. David Gil (Centro Hospitalario Padre Menni de Santander).
Los resultados obtenidos indicaron una incidencia en torno al 80%, datos muy superiores a los reflejados en la literatura científica. Esto puede ser debido debido a la gravedad de las lesiones que presentaron los pacientes. De las hipótesis que se barajaban en la literatura, sólo la hipótesis de valencia emocional pudo ser replicada. Así, la emoción que peor se discriminó fue la de miedo con una tasa de acierto del 25%. No hubo diferencias significativas en cuanto al género, ni en cuanto a la localización de la lesión hemisférica.
Comparando las puntuaciones obtenidas con sujetos controles o pacientes con TMG, se observa que las personas que han sufrido un ictus presentan unas peores puntuaciones. Concretamente, presentan unas diferencias del 30% con respecto a los sujetos sanos y del 15% con respecto a sujetos diagnosticados de TMG.
Estos hallazgos nos alertan de la necesidad de estudiar y evaluar este fenómeno como posible predictor del funcionamiento social de nuestros pacientes, así como de la necesidad de implantar programas de intervención orientados a la recuperación de la función de reconocimiento de expresiones faciales de manera particular y de la cognición social en general.